La semana pasada asistimos al Foro de las Ciudades con las Soluciones Medioambientales Sostenibles como emblema que se celebraba en el IFEMA. En los tres días de duración tuvimos la oportunidad de empaparnos de las últimas tendencias, el avance de interesantísimos proyectos y escuchar cómo la voluntad ciudadana puede transformar nuestras realidades.

El foro nos ayudó a reafirmar y a consolidar las vías de desarrollo que planteamos, avalados por personalidades como Joan Clos, quien tiene claro que se debe invertir en el espacio público ya que “repercute positivamente en el valor privado”. La Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), por su parte, hacía hincapié en que “las políticas de sostenibilidad tienen que llegar a los pequeños municipios”, mientras que la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura sin ánimo de lucro (ASA) aseguraba que “hay que explotar la gobernanza multinivel en ese torbellino ordenado que llamamos ciudad”.

También afloraban otros puntos de vista como el que exponían desde Climate KIC “hay que ver el Cambio Climático como una oportunidad para innovar y emprender”; desde el Foro español de Crecimiento Verde destacaban las necesidades y oportunidades que hacen falta: “leyes claras y a largo plazo para atraer inversores. Hacen falta billones para un cambio de modelo. Europa puede ser un hub financiero verde y aprovechar las oportunidades”.

De esta visión se puede sacar una conclusión que resumía Paco Las Heras de la Oficina Española de Cambio Climático al decir que: “La infraestructura verde no es un coste, es una inversión”, pensamiento al que también se sumaban el resto de los ponentes como los representantes del Ayuntamiento de Madrid “hay que dejar de pensar en equipamiento (árbol como mobiliario urbano) y pensar en infraestructura”.

Interesantes proyectos como el de Viena donde el 50% de la ciudad es un espacio verde; el ejemplo de Filadelfia que se ha esforzado en transformar el 34% de la superficie impermeable en permeable; el Plan A de Madrid con su firme apuesta por la infraestructura verde; la naturalización del Parque Empresarial de Lugo; o el compromiso de Zaragoza por proteger sus espacios naturales nos embargaban con la viveza de estas nuevas ciudades que se empiezan a vislumbrar en un horizonte ya no tan lejano.

Cada vez nos volvemos más exigentes con nuestra ciudad y comprendemos que todo el tejido urbano es susceptible de ser transformado. Transformación que debe ser acometida con vistas a hacer ciudad, con el bien común como base democrática de partida, la naturaleza como elemento estructural y la descarbonización como uno de los objetivos más inmediatos a alcanzar.