4467715423_2c6853bf1eDibujad un centro tecnológico en un papel en blanco. Tenéis un minuto. ¿Cómo es el resultado? Muchos dibujaréis un edificio, un laboratorio, unas oficinas… algunos, tal vez, esbocéis un grupo de personas. La pregunta no es trivial: ¿qué es exactamente un centro tecnológico?

Algunos, que todos lo vemos  en imágenes,  visualizamos un centro tecnológico como un puente que une dos mundos. A un lado, el mundo de la generación del conocimiento. Al otro, el mercado formado fundamentalmente por empresas e individuos. El espacio que ocupa el centro tecnológico debe estar entre ambos universos, apoyándose  estos en herramientas de transferencia de conocimiento para unirlos. Estas herramientas de transferencia de conocimiento consisten en la propiedad intelectual, la consultoría especializada,  la colaboración público-privada en proyectos de I+D, el capital humano o la creación de empresas de base tecnológica o spin-offs.

Desafortunadamente el conocimiento, de momento, no se puede embotellar. Así que estas fórmulas de transferencia son muchísimo más sofisticadas. La última de todas ellas, la creación de empresas de base tecnológica, es tal vez una de las fórmulas que con mayor ahínco se ha perseguido y que menos resultados seguramente ha proporcionado a este lado del atlántico.

 

Revisemos algunos de los más rotundos éxitos de empresas surgidas del ámbito de los campus universitarios americanos. Standford cita por ejemplo entre sus más importantes alumnos a los creadores de Yahoo, Google, Sun Microsystems, Hewlett-Packard, mientras que el MIT destaca empresas como Intel, Texas Instruments, Qualcomm, 3Com… Si hay algo que la historia de todas estas empresas tienen en común fueron los extraordinarios esfuerzos y visión de los emprendedores que participaron de su nacimiento. En muchos de estos casos no se trata de empresas orquestadas desde la dirección de departamentos  o laboratorios sino más bien de procesosbottom-up impulsados por grupos de apasionados emprendedores.

En Europa, los éxitos de empresas creados desde el ámbito de un centro tecnológico o universidad son mucho más contados y los esfuerzos realizados por impulsar el número de spin-offs han sido en gran medida infructuosos. Seguramente son el Reino Unido o algunos países escandinavos los más destacados casos.

¿Pueden los centros tecnológicos europeos tener un verdadero impacto en la creación de empresas de base tecnológica tal y como sucede en determinados hubs de innovación (MIT, Standford, Berkeley…) en EEUU? En la actualidad, los centros tecnológicos europeos acumulan una enorme cantidad de conocimiento y excelencia: miles de tecnólogos y doctores participan en ambiciosos proyectos de investigación y desarrollo en los que colaboran con las empresas líderes de la industria europea.  Podemos pensar que, con tan extraordinarias capacidades tecnológicas, podríamos ver emerger nuevas y prometedoras empresas una vez sentadas las bases para la generación de un ecosistema emprendedor.

Es evidente que hay que abonar la tierra para que esto ocurra: establecer las necesarias fuentes de financiación, crear flexibles espacios de co-working, poner a disposición servicios  de coaching y acompañamiento especializados. Muchos de estos instrumentos ya están disponibles, simplemente sería necesario integrarlos y ofrecerlos de una forma más directa a las empresas surgidas desde los centros tecnológicos. Pero una vez logradas esas bases necesitamos la semilla que haga germinar esas empresas, un ingrediente de las spin-offs que es completamente imprescindible y no tenemos resuelto por aquí: los emprendedores. Esperar que estas capacidades emprendedoras surjan espontáneamente o nazcan de un departamento de I+D es sencillamente muy inocente.

Para paliar esta deficiencia, los centros tecnológicos deben comenzar a desarrollar estrategias activas de captación y desarrollo de emprendedores. Deben comenzar a poner a disposición de los emprendedores, tanto internos como externos, su pool de conocimiento para que sean estos los que valoricen el conocimiento y lo lleven al mercado. Los centros tecnológicos pueden establecer las condiciones adecuadas de incubación de la empresa y facilitar enormemente su nacimiento y desarrollo pero necesariamente deben incorporar capacidades de gestión empresarial y de comercialización para explotar su conocimiento.

Los centros tecnológicos deberían incorporar activamente esa componente emprendedora en sus dinámicas: contratando emprendedores in residence, estableciendo espacios de co-working en sus oficinas para la generación de empresas por personas tanto externas como internas, facilitando el intraemprendizaje de sus tecnólogos y haciendo mucho más accesible su conocimiento y tecnología para la explotación.

Europa tiene un muy potente sistema de I+D y una extraordinaria capacidad de movilización de recursos para la investigación y el desarrollo tecnológico que no se está materializando debidamente en innovación hacia el mercado. La generación de empresas de base tecnológica es sin duda uno de los mejores vehículos para lograr enmendar este gap en la cadena europea de innovación. Unir centros tecnológicos y emprendedores de una forma más activa puede significar ver por fin emerger una nueva generación de empresas europeas innovadoras que lideren de nuevo la industria mundial.