Cuando se habla de la amenaza de la robotización y la automatización para el futuro del mercado laboral, es normal pensar en primer lugar en las fábricas y los operarios de las cadenas de montaje, pero la inteligencia artificial presenta también un potencial gran impacto en los trabajos de despachos y oficinas. Como muestra de la materialización de esta realidad, la compañía de seguros japonesa Fukoku Mutual Life Insurance ha anunciado recientemente el despido de 34 personas administrativas por la implantación de un sistema de inteligencia artificial de IBM, según recoge The Guardian.

 

Obviamente los más de 30 trabajadores que se verán sustituidos lo han recibido como una mala noticia, pero la empresa de seguros asegura que el sistema de inteligencia artificial aumentará la productividad en un 30% y espera amortizar la inversión en dos años: la tecnología cognitiva de IBM se empleará para analizar e interpretar cientos de certificados e historiales médicos para el cálculo de pagos de la mutua como un humano, pero en mucho menor tiempo.

 

La  envejecida y menguante población de Japón, unida a su posición de liderazgo tecnológico, convierten al país nipón en un proclive campo de experimentación para la inteligencia artificial. También al más alto nivel en el sector público, pues su ministerio de economía, comercio e industria ha anunciado la introducción de inteligencia artificial a modo de prueba para ayudar a los altos funcionarios a redactar respuestas para el ministro en reuniones de gabinete y sesiones parlamentarias.

 

De acuerdo a un estudio del Instituto de Investigación Nomura, cerca de la mitad de empleos en Japón serán automatizados por máquinas en los próximos 20 años. En la misma línea, un estudio de la Universidad de Oxford predice la pérdida del 47% de empleos que existen actualmente en los países desarrollados en los próximos 25 años. Hasta el momento, los trabajadores blue collar o de mono azul han sido los afectados por la robotización, sin embargo, los trabajos administrativos, especialmente los más rutinarios, están en primera línea de riesgo.

 

La pérdida de empleos nos lleva irremediablemente a pensar en un escenario distópico en el que se ahonde en la desigualdad, la precariedad, y la desaparición de clases medias. No obstante, debemos considerar que en otros momentos de la historia, la desaparición de unos empleos ha llevado aparejada la aparición de otros, y el escenario que se nos presenta puede llevar a la aparición de nuevas categorías de trabajadores que trabajan junto con los robots en lugar de ser sustituidos por ellos. Los trabajos creativos, que emplean conocimientos multidisciplinares y habilidades cognitivas para producir bienes y servicios difíciles de anticipar, pueden asimismo verse valorizados – entre ellos diseñadores, programadores, arquitectos, artistas, relaciones públicas, etc. – pues son necesarios en todo tipo de sectores.

 

La automatización, por otra parte, puede verse como una oportunidad para desarrollar una sociedad más igualitaria, con calendarios de trabajo más reducidos y distribuidos de manera más justa –evitando la simultaneidad de desempleo y asalariados estresados –, en la que se provea a los ciudadanos de una red de seguridad económica –como una potencial renta básica universal– para poder perseguir sus pasiones en lugar de un sustento: iniciando nuevas actividades empresariales, reeducándose, o participando en proyectos creativos. En la idea desarrollada por el think tank australiano The Green Institute, el empleo asalariado no sería medida de la dignidad y la única forma de contribuir a la sociedad, sino que habría un sistema, instituciones y una cultura en pie que llevarían a una mayor igualdad, una democracia y una sociedad civil revitalizada, mejores resultados ambientales, y una comunidad más creativa e interconectada.