En los últimos años están empezando a cuestionarse los principios sobre los que el actual modelo occidental de desarrollo se fundamenta.
Parece que ahora la innovación, la tecnología, el conocimiento y el desarrollo sostenible son los valores sobre los que va pivotar el nuevo paradigma. Es cierto que el País Vasco se está preparando y que las orientaciones del país caminan en esa dirección. Podremos cuestionar si con mayor o menor fuerza o con mayores o menores recursos pero los esfuerzos se están encaminando, en general, hacia la construcción de nuevas actividades de alto valor añadido.
No se abandona lo demás, antes al contrario, pero sí se abona el terreno con semillas de nuevas empresas en sectores emergentes o con instituciones de conocimiento que acogen a miles de personas de alto nivel intelectual que reportan un valor excepcional a la sociedad. Todo ello, poco a poco, va teniendo su efecto multiplicador y la sociedad (o al menos un creciente sector) va fortaleciendo sus capacidades, su sed de cultura, sus exigencias ambientales y su vitalidad.
El análisis que queda por hacer es si Vitoria y Alava están hoy (alguna vez lo estuvieron) en el pelotón de cabeza de esa avanzadilla vasca por la “sociedad del conocimiento”; si a escala local se están potenciando todas las oportunidades que se abren en esta nueva época; y si, en definitiva, se está conduciendo a la ciudad hacia esa nueva senda que marca el desarrollo y el bienestar futuro. Una respuesta claramente condescendiente es que se puede hacer mucho más.
Desde el punto de vista económico, Vitoria está viendo pasar el tren del futuro ante sus ventanas todos los días y no está siendo capaz de habilitar una estación para que pare. La competitividad, lo dicen todos los economistas y expertos mundiales pasa, en la Europa avanzada, por activar oportunidades económicas de alto valor. Mucho de lo que tenemos ahora no lo tiene y una buena parte, además, corre riesgo de deslocalizarse.
Nuestra ciudad necesita acoger y potenciar actividades que den empleo a personas cualificadas y que eviten la fuga de nuestros cerebros o creativos locales hacia entornos más dinámicos y que también incrementen la propia atractividad de la ciudad. Me atrevo a sugerir varias ideas.
En primer lugar, reforzar las oportunidades de crecer como ciudad en torno al medio ambiente. Apuntábamos el pasado día que Vitoria es una plaza excelente para construir capacidades científico-tecnológicas en torno a cuestiones de orden mundial como el medio ambiente y el cambio climático. Infraestructuras de investigación desde las que desarrollar nuevas empresas y nuevas soluciones para el mundo, no sólo para Euskadi, pero que además provean de empleo cualificado a la ciudad y que contribuyan a extender su principal imagen de marca. Vitoria cuenta además con ejemplos de empresas líderes ciertos nichos que pueden ser también el germen de este nuevo cluster.
También hay oportunidades enormes en torno a las bio. Euskadi cuenta con unas capacidades científico-tecnológicas importantísimas en ese ámbito y hay que aprovecharlas al máximo porque la ciudad cuenta ya con algunas empresas en este sector que pueden ser líderes en el mundo (por ejemplo, en torno a los implantes) con un impulso suficiente.
Podríamos mencionar muchos otros temas que no caben en un artículo (el campo de la lingüística asociado a la Facultad de Filología; el campo de la investigación en alto rendimiento deportivo en torno a la Facultad de Ciencias del Deporte; etc.) pero la cuestión es que en Vitoria no se ha creado nada especial en torno a todas estas cuestiones en los últimos años y es bueno (y de sabios) reconocerlo. No se ha reforzado la Universidad de una forma decisiva (se han hecho pequeñas cosas, eso sí), ni la ciudad acoge hoy día a ningún centro de excelencia científica o tecnológica siquiera a nivel español, ni vemos que se esté impulsando ningún sector que aporte un valor añadido singular a la economía y a la vida de la ciudad o de la provincia. Y esto es preocupante.
No creo (como sí piensan otros) que vayamos a sufrir un colapso económico en los próximos años porque las empresas en general están haciendo un esfuerzo por adaptarse pero sí podemos entrar en un proceso de “mediocrización” de la ciudad por cuanto corremos el riesgo de perder el dinamismo económico, el pulso cultural y la pujanza social que brinda el ser una ciudad creativa, moderna e innovadora.
Sé que no es sencillo pero pienso que hace falta un poco más de visión, de liderazgo y de empuje.