Durante los últimos años, el término Living Lab (LL) ha ganado protagonismo en procesos de diseño de políticas y acciones que den respuesta a necesidades sociales dentro de diferentes ámbitos. Sin embargo, la definición y las capacidades de un LL son, a día de hoy, conceptos lejanos para mucha gente.

La Comisión Europea los define como “Alianzas Público-Privado-Personas” (PPP) para la innovación abierta impulsada por los usuarios.” De forma más extendida, un LL se puede definir como un banco de pruebas reales dentro de un entorno de experimentación donde los participantes tienen las herramientas para co-crear y co-diseñar soluciones innovadoras. Estos ecosistemas de innovación se desarrollan sobre problemas reales utilizando un proceso de respuesta o intercambio de opiniones iterativo entre agentes que genere un impacto significativo y sostenido en el tiempo.

Con el objetivo de crear nuevos productos, servicios e infraestructuras que se adecuen a las necesidades que manifiesta la sociedad, un LL ha de contar con representantes de las cuatro patas del “Quadruplex Hélix”. En otras palabras, debe contar con agentes del sector público, privado, académico y social, que colaboren en el proceso de co-crear, prototipar, testear y escalar soluciones aportando conocimiento desde diferentes puntos de vista.

Las diferentes actividades que realiza un LL se clasifican en tres niveles principales, Macro, Meso y Micro. Las actividades a nivel Marco son aquellas que se centran en la organización del LL como entidad y en definir las formas a través de las cuales se relacionan los agentes que lo conforman. Las actividades Meso se centran en la definición de proyectos en los que participa el LL y las metodologías que aplica. Por último, las actividades concretas relacionadas con la co-creación o el co-diseño dentro de los proyectos en los que participa son las actividades a nivel Micro. 

A la hora de implementar estos ecosistemas de innovación abierta, y desde la experiencia adquirida a través de proyectos donde se crean este tipo de entidades, existen una serie de barreras y amenazas que experimentan la gran mayoría de LL.

– Identificación de agentes de relevancia. En muchas ocasiones, para un buen desarrollo del LL, es necesario que el agente promotor realice un amplio análisis de identificación de los agentes más relevantes de su entorno en los que apoyarse para cada uno de sus proyectos. Dentro de este análisis, los agentes se han de clasificar dentro del “Quadruplex Hélix” por categoría y posteriormente definir el grado y formato de colaboración con cada uno de ellos.

– Falta de cultura colaborativa. En ocasiones, si el agente promotor del LL no tiene relaciones establecidas con los agentes relevantes o de interés, el LL puede ver su legitimidad como agente en tela de juicio. Esto puede reducir el interés de otros agentes a participar, limitando asi, la capacidad de incorporar proyectos y su capacidad de generar impacto.

– Falta de visión a largo plazo.  Muchos de los LL que se forman actualmente nacen a raíz de proyectos que tienen como objetivo co-crear soluciones a través de la participación de agentes de diferentes ámbitos. En estos casos, es común que estos LL no sean capaces de visualizar un futuro donde el proyecto, a través del cual se han creado, llega a su fin y han de buscar nuevos proyectos con los que mantener su actividad.

En definitiva, a pesar del aspecto innovador y las diferentes funcionalidades que aportan este tipo de laboratorios de innovación abierta, existe un largo recorrido a realizar en el desarrollo de estrategias que garanticen su sostenibilidad a lo largo del tiempo y maximicen su capacidad de impacto.


Artículo disponible en la publicación de otoño de Naider