6222858364_65f519a603_mSigo con las reflexiones relacionadas con La Divina Comedia del I+D+i de nuestro amigo Guiller en Thought in Euskadi.

Estoy de acuerdo en que “el café para todos” es un “grandísimo pecado” especialmente en el mundo del conocimiento y la tecnología en el que debe primar la creatividad y la excelencia. No estoy seguro, sin embargo, que el sistema vasco esté en este punto peor que otros o que incluso éste sea uno de sus grandes cuellos de botella. Pero independientemente de esto, sí creo y con firmeza que resulta absolutamente prioritario que nuestra política de ciencia y tecnología y nuestro sistema de valores, sea capaz de establecer un adecuado sistema de incentivos para premiar con generosidad a aquellos que más valor aportan. El programa EMAITEK es, en mi opinión, un avance en la buena dirección y no hay duda que tiene un amplio recorrido para fortalecer y extender el sistema de premio por resultados al conjunto de agentes del sistema. Por otro lado, la liberalización del sistema, la apertura del mercado vasco de ciencia y tecnología a agentes externos y la pugna por que el sector vasco de ciencia y tecnología tenga una presencia mucho más activa internacionalmente deben formar parte activa del mismos sistema de incentivos.

Lo del café para todos, nos lleva directamente al siguiente de los pecados. El sistema sólo reconoce el coste y es ciego para el valor. Desde una posición muy ecléctica, la penitencia para este pecado debería pasar por más mercado; dejar al juego de la demanda y la oferta que establezca precios para los servicios y valore adecuadamente cada uno de ellos. Las cosas, sin embargo, no son tan simples porque, como los economistas sabemos hace mucho, la mano invisible del mercado no asigna bien la ciencia y la tecnología porque no tiene en cuenta ni de lejos las numerosas externalidades positivas que la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación generan socialmente. Pero, en mi opinión existe un margen importante en este ámbito y tenemos que trabajarlo. La política de ciencia y tecnología, sin duda, tiene un gran rol que jugar en este campo, marcando, de nuevo, los incentivos correctos y dando un papel más activo a la iniciativa privada. Además de esto, por supuesto, se precisa avanzar en sistemas de evaluación que rompan con la idea de la I+D+i como una unidad de coste y nos informen del retorno de las inversiones públicas realizadas (que no coste), para romper con la idea sin futuro de qué cuanto más invertimos mejor estamos.

Continuará…