A medida que vamos teniendo mayor evidencia de la carga de mortalidad y morbilidad debida a la baja calidad de los parámetros ambientales, mayor importancia va cobrando la Salud Ambiental en el entorno urbano. Así, según la OCDE, la contaminación atmosférica en las ciudades será en 2050 la principal causa ambiental de mortalidad en todo el mundo.

Que los factores ambientales afectan a la salud humana nos lo dicen también desde la Organización Mundial de la Salud, desde la Agencia Europea de Medio Ambiente, desde el Gobierno Vasco y desde las entidades especializadas. Nos explican, además, que el principal peligro se encuentra en las zonas urbanas, donde los parámetros ambientales como la contaminación del aire, el nivel de ruido y el efecto isla de calor es mayor.

Lo que todos ellos apuntan es que estos parámetros ambientales contribuyen a aumentar la mortalidad de enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias, la diabetes y/o los trastornos mentales, que son precisamente las enfermedades que mayor porcentaje de mortalidad suponen en Europa (86%). Sin embargo, otra de las claves que los expertos señalan es que las aproximadamente 1,4 millones de muertes anuales en Europa podrían prevenirse eliminando los riesgos ambientales para la salud y revirtiendo la degradación ambiental.

Para ello es imprescindible centrarse en zonas urbanas más densas, ya que además de ser las más pobladas, también son las que peores resultados ambientales presentan. Eso se debe a que es donde se concentra mayor actividad y tráfico, lo que aumenta las emisiones y el ruido, al tiempo que hay menos espacio para facilitar la dispersión del aire y menor presencia de zonas verdes y arbolado, disminuyendo la renovación, purificación y refrigeración del aire. Resumiendo: donde más gente vive es donde peor calidad ambiental hay.

Uno de los patrones habituales es encontrarnos con densas zonas residenciales de elevada densidad poblacional, rodeados de grandes arterias viarias y escasos espacios libres como modelo de desarrollismo urbano de nuestras ciudades.

En estas zonas el nivel de renta puede ser variable, en los casos de los centros de la ciudad el nivel de renta es mayor que en barrios residenciales, y eso atenúa el impacto de la mala calidad ambiental, pero por el contrario también concentra una mayor cantidad de población atraídos por la actividad comercial, los centros de negocios o la propia centralidad de los servicios y equipamientos.

Centro Cultural Fundación Stavros Niarchos en Atenas, Grecia

El ejemplo contrario serían las zonas suburbanas donde predominan los espacios libres, los edificios unifamiliares y las zonas verdes. Ahí tanto la calidad de los parámetros ambientales es buena, y el nivel de renta es elevado.

Otros focos de atención son las zonas cercanas a las industrias, aeropuertos y a los grandes ejes viarios.

Una vez atendida la distribución espacial de la calidad ambiental urbana, otra cuestión de vital relevancia que debemos tener en cuenta es la relativa a la vulnerabilidad de la población a los factores ambientales: la edad y la renta.

Mientras que en nuestras ciudades el nivel de renta implica directamente una mayor esperanza de vida, la población más vulnerable (los niños, mujeres embarazadas y ancianos) presentan una mayor sensibilidad ante los parámetros ambientales negativos.

Conociendo el comportamiento de los parámetros ambientales en los entornos urbanos y su relación con la edad y el nivel de renta de la población, una primera aproximación para incorporar criterios que integren la perspectiva de la salud se podría comenzar actuando en las zonas prioritarias, esto es, donde se reúne una mayor cantidad de población, y donde esa población es más vulnerable frente a bajos estándares de calidad ambiental. Se recomienda priorizar las zonas de actuación en los siguientes lugares o zonas: 

  • En las zonas de estancia, avenidas, e itinerarios principales de la ciudadanía, los caminos escolares, parques y plazas, zonas de encuentro y en los lugares de culto.
  • En el centro y zonas de mayor afluencia de las ciudades (plazas y lugares emblemáticos, centros de negocio, avenidas comerciales)
  • En las inmediaciones de los centros escolares, parques infantiles y centros de salud son también lugares sensibles que deben tener una atención especial

Una vez identificadas las zonas prioritarias de intervención para mejorar los parámetros ambientales que afecta a la salud de la población, en siguiente paso sería desplegar una batería de medidas estratégicas. Dentro de las posibilidades urbanísticas para mejorar los parámetros ambientales se propone empezar con las siguientes:

  • Las Zonas de Bajas Emisiones son ciertamente una de las claves en este asunto, dirigidas principalmente a disminuir el tráfico rodado, sus emisiones y el ruido generado.
  • Desplegar la Infraestructura Verde. Aumentar la vegetación y zonas verdes de la ciudad como forma de refrescar y dar lugares de sombra a la vez que se retienen las partículas contaminantes y mejora el bienestar de la ciudadanía.
  • Implementar políticas de diversa naturaleza para entre otras controlar los focos de ruido, facilitar la movilidad sostenible y saludable, acondicionar paseos e itinerarios con buenos estándares de los parámetros ambientales, entre otros.

Tanto la priorización de zonas como las estrategias son susceptibles de engranase en procesos de transformación de la ciudad que estén sobre la mesa, de manera que se alimenten unos procesos con otros y se les dote a los proyectos de intervención de enfoques más integrales que, en este caso, incorporen el criterio de la salud de la población, ya que, si no actuamos, en el 2050 la contaminación del aire por sí sola será la principal causa ambiental de mortalidad en todo el mundo.

Figura 1. Comparativa de la amenaza y exposición de parámetros ambientales en zonas densas, áreas suburbanas, y zonas industriales, y nivel de vulnerabilidad.