Hoy, las regiones avanzadas compiten en un escenario global en el que el conocimiento es sin duda el factor de competitividad clave, el menos imitable. En un mundo en el que materias primas, tecnologías, capital y personas son cada vez más móviles, las Universidades deben ejercer un papel central en la competitividad de las regiones avanzadas fortaleciendo la atracción de los más interesantes proyectos, iniciativas, empresas, personas; un papel que las Universidades españolas aún no han logrado desarrollar. En la actualidad, desde el Ministerio de Ciencia e Innovación, se están articulando las iniciativas políticas para construir la Universidad que necesitamos para el nuevo modelo de crecimiento económico y social. Entre ellas, la iniciativa “Campus de Excelencia Internacional” pretende potenciar una élite de universidades españolas que destaquen en varias dimensiones fundamentales: excelencia, atracción talento, transferencia de conocimiento e internacionalización. Un selecto grupo que pueda competir con las mejores universidades del mundo.
Nadie puede negar que la Universidad española presente significativas debilidades. El índice de Shangai no sitúa a ninguna universidad española entre las 150 mejores del mundo mientras que el estudio realizado por el Think Tank “The Lisbon Council” (http://www.lisboncouncil.net) durante 2008 sobre Universidades sitúa a la española como la peor Universidad de entre los 17 países estudiados (15 países europeos, USA y Australia). Estos índices, aunque muy criticados, sí señalan áreas de potencial mejora.
De hecho, los principales problemas de las Universidades españolas son de sobra conocidos. Se trata de una deficiente trasferencia del conocimiento e innovación, un evidente desacoplo entre la formación universitaria y las necesidades de las empresas, un bajo dinamismo y capacidad de adaptación y una inadecuada gestión, entre otros.
La Universidad debe generar, cultivar y transmitir conocimiento, valores, civismo, etc., pero es también legítimo pedirle un impacto más tangible. Según el Informe CRUE 2004 las universidades públicas obtuvieron una financiación de 8.053,6 millones de euros (0,92% del PIB) (http://firgoa.usc.es/drupal/node/31684). Según el artículo “El impacto económico del sistema universitario público español: un análisis para el período 1998-2004”, sin embargo, la importancia de la Universidad como agente económico ha crecido de forma relevante con tasas del 5,6% y 7,6% durante este período logrando que cada unidad monetaria de demanda final generada por el sistema universitario aumente la producción de la economía en 1,65 unidades.
En cualquier caso, en el escenario actual de tremenda competitividad internacional las Universidades se deben erigir como elemento clave de los sistemas de innovación de modo que contribuyan decisivamente en la atracción de talento e inversiones empresariales, la generación de nuevas empresas y la transferencia de conocimiento. Las capacidades científico-tecnológicas que las Universidades pueden desarrollar son difícilmente replicables en otras regiones y generan un claro factor de competitividad. España debe poseer Universidades que generen el suficiente gancho como para robar protagonismo a lugares como India, Singapur, EEUU, Irlanda, Escandinavia, etc. en la atracción de nuevos desarrollos empresariales que potencien la nueva economía del conocimiento.
Para resolver el vetusto problema de la Universidad española hoy existen potentes iniciativas de cambio. El Gobierno trabaja sobre la Estrategia Universidad 2015 y hace meses se presentó el borrador de la nueva Ley de Ciencia y Tecnología. De fondo, el controvertido proceso de Bolonia. Dentro de la Estrategia Universidad 2015 la iniciativa Campus de Excelencia pretende construir un grupo de universidades líderes en el país que puedan competir a nivel internacional tanto en la atracción de talento como en la generación de conocimiento e innovación. Las regiones que quieran estar en el futuro mapa científico-tecnológico del país deberán impulsar sus proyectos adecuadamente para participar en este programa. Estas regiones se situarán sin duda en posiciones de ventaja para albergar las economías más competitivas y sociedades más avanzadas del país.
Estas iniciativas significarán para las propias Universidades procesos y cambios complejos, tal vez dolorosos, pero necesarios. De ellos no sólo depende el futuro de nuestra Universidad, sino de gran parte de la competitividad del país, y por lo tanto, de nuestra futura calidad de vida. Ahora más que nunca necesitamos que la Universidad se erija como pilar fundamental de un nuevo modelo económico basado en el conocimiento. Tal vez la mayor dificultad estribe en que la propia Universidad acepte ese nuevo rol.
Referencias
Academic Ranking of World Universities (Shangai Jiao tong University):http://www.arwu.org
The Lisbon Council. http://lisboncouncil.net
Parellada M., García J., Dunch N., “EL IMPACTO ECONÓMICO DEL SISTEMA UNIVERSITARIO PÚBLICO ESPAÑOL.Un análisis para el periodo 1998 – 2004”. Cuadernos de Información económica, ISSN 1132-9386, Nº 203, 2008 , pags. 77-88