Euskadi quiere ser un referente en innovación en Europa y así lo plantea su nuevo Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2010. Con esta apuesta se continúa con más de 20 años de política científica y tecnológica, dándole un nuevo impulso que aprovecha los avances conseguidos y los proyecta al futuro en el nuevo paradigma de la sociedad del conocimiento. Con la nueva estrategia política, se quiere poner mayor énfasis en la innovación que es un concepto que además de la tecnología incluye conceptos más amplios como el modelo de negocio, la organización, las personas y el marketing. Se aprovecha la importante red de infraestructuras inteligentes desarrollada, para volcarse todavía más en las empresas y sus necesidades -la adecuación de la oferta a la demanda- y. se prima la generación de conocimiento para adecuarse a los nuevos desafíos y tendencias mundiales. Por último, y como idea de síntesis, la generación de resultados (científicos, tecnológicos y fundamentalmente empresariales) es la norma que modula el conjunto de la política.
El énfasis en la demanda y las necesidades de innovación de las empresas, así como en la necesidad de reforzar la generación de conocimiento puede ser aprovechado para realizar una importante reestructuración de la red vasca de ciencia, tecnología e innovación y en particular del sistema vasco de centros tecnológicos que permita poner en valor las más que evidentes fortalezas y capacidades que tiene acumuladas. Las plataformas tecnológicas (Tecnalia e IK4) podrían reformularse para acoger exclusivamente en ellas las capacidades investigadoras y de generación de conocimiento tecnológico de más nivel y con mayor potencial, incluidos los CICs como elementos clave y tractores del conjunto. De este modo, se refuerzan las masas críticas, los clusters tecnológicos orientados a las comunidades de conocimiento e innovación y las plataformas pueden aspirar a situarse entre los líderes del continente, rivalizando con ellos en la creación y transferencia de tecnología con elevados niveles de aplicación empresarial y en la creación de spin-offs de gran alcance. El objetivo final, convertirse en eficaces aliados estratégicos de los grupos empresariales vascos, siendo capaces de acompañarles y darles servicios de gran valor añadido en sus complejos procesos de globalización.
La segregación de las plataformas de aquellas áreas que ya en la actualidad tienen una mayor vocación de servicio tecnológico a las empresas del entorno vendría a fortalecer la tupida red de ingenierías, consultorías y empresas de servicios avanzados que ya operan en el País Vasco y que precisan un importante revulsivo en su conjunto para ser capaces de acompañar a las pequeñas y medianas empresas en complejos y personalizados itinerarios de innovación que precisan nuevas herramientas, capacidades y servicios.
De este modo se trabaja simultáneamente y de modo eficaz dos de los grandes ejes de la nueva política: dar servicio a las empresas vascas, por un lado y generar conocimiento y tecnología que sirva para diversificar el tejido productivo y robustecerlo en el largo plazo, por otro. Pero, no nos equivoquemos, será difícil que sean las mismas plataformas (o incluso lo mismos centros) quienes intenten llevar a cabo simultáneamente estas dos líneas, ya que entre ellas encierran una contradicción intrínseca, y puede llegar a perderse el elevado potencial tecnológico que actualmente tienen. No obstante, parece que esa es la vía a la que la inercia y las circunstancias nos pueden conducir si no se marcan las prioridades y se diferencia más claramente entre el papel esencial que los centros y corporaciones tecnológicas deben jugar en la generación de conocimiento científico-tecnológico de excelencia y las actividades relacionadas con la prestación de servicios tecnológicos y de apoyo a la innovación que deberían incorporarse al mercado de empresas de servicios avanzados.