Ya ha entrado en vigor la Directiva Europea relativa a la reducción del impacto y eliminación de determinados productos de plástico en el medio ambiente. En Europa el 80 % y el 85 % de la basura marina es residuo plástico, de los cuales los artículos de plástico de un solo uso representan el 50 % y los relacionados con la pesca el 27 % del total. La Directiva se ha elaborado dentro del contexto del Plan de Acción para la Economía Circular que contribuirá además a alcanzar los Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas n.o 12 y 14 sobre modalidades de consumo y producción sostenibles y conservación de mares .

El Programa de Naciones Unidas para el Medio ambiente calcula que entre el 15% y el 40% del plástico producido en el mundo acaba cada año en los mares, lo que supone más de 8 millones de toneladas al año. Ante esta preocupante situación la Unión Europea quiere garantizar que para el 2030 todos los embalajes de plástico sean reciclables (Estrategia para Plásticos en la Economía Circular).

Cada vez existen más evidencias de los graves efectos de los plásticos en el medio ambiente. La urgencia por encontrar formas de detener y darle la vuelta a esta realidad pasa por aplicar unas medidas efectivas e integrales que cambien los hábitos de consumo y alarguen la vida de los productos de la mano de la Economía Circular. El camino es ahora un poco más corto, y si por fin llega a implementarse el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) y comienzan a fomentarse formas de consumo responsable orientados a la eliminación del plástico daríamos otro gran paso para eliminar estos materiales de nuestras vidas.

Por otro lado, las proporciones de los desechos producidos en otros sectores son también alarmantes. En el caso de los alimentos, se estima que 1/3 de los que se producen son desperdiciados. Esta cantidad podría alimentar a 2.000 millones de personas y acabar así con el hambre que pasan actualmente 800 millones de personas (vídeo).

Mientras en Europa las tasas de reciclaje demuestran una mayor conciencia social, con un aumento considerable en los últimos años, las políticas europeas pretenden alcanzar objetivos más ambiciosos con políticas encaminadas a priorizar la no generación de residuos. A partir de ahí debemos comenzar a configurar sistemas de producción y consumo más circulares, que sirvan para dejar atrás este modelo actual de usar y tirar tan despreocupado.