La locomotora europea se estanca! Así amanecíamos esta semana al escuchar la radio o leer el periódico con el café matutino. La economía alemana renquea y no solamente por la huelga de maquinistas o problemas políticos que han surgido a raíz del llamamiento a huelga del sindicato GDL (representante de los maquinistas). A esto hay que sumarle las huelgas de Lufthansa, las guarderias o el mismísimo Prosegur.
La retención de sueldos que venía practicando Alemania ya no es ninguna excepción y las alzas salariales son ya una realidad en el país. La compañía de ferrocarriles ha ofrecido un alza del 4,7%, e IG Metall, el sindicato más grande de Alemania, conseguía un aumento del 3,7% del salario para los trabajadores del metal. Alemania se venía manteniendo en los mismos niveles salariales desde los años noventa pero el año pasado experimentaba una subida importante. Esto hacia que disfrutara de uno de sus indicadores estrella, el consumo interno, que estaba impulsado también por la baja inflación.
Marcel Fratzscher, presidente del comité de sabios creado por el Gobierno para buscar ideas con las que fomentar la inversión, el crecimiento y la creación de empleo, decía al periódico El País lo siguiente: “Los salarios seguirán creciendo a buen ritmo este año y el próximo. Pero a medio plazo soy pesimista. La política salarial va ligada a la productividad de las empresas y por culpa de la baja inversión, no prevemos que esta vaya a mejorar sustancialmente”
Los expertos aseguran que los indicadores positivos que presenta Alemania (no acumula deuda, el paro ha descendido del 13% al 6,5% desde que Merkel entró al poder y se augura un crecimiento del 2% de la economía) pueden hacer que se escondan algunas de sus debilidades. La principal, que como economía exportadora, tiene una gran dependencia de factores externos y coyunturales. La bajada del precio y la devaluación del euro le han venido como anillo al dedo para una economía que compra gas y petróleo y exporta productos industriales.
Las críticas le vienen de los dos lados a Alemania. Los más ortodoxos achacan unas medidas demasiado socialdemócratas con la subida del salario mínimo y el adelanto de la jubilación. Otras de las críticas de los más liberales es que está malgastando los éxitos de la competitividad de sus empresas y están a favor de la inmigración, un mercado laboral más flexible y jornadas de trabajo más largas para hacer frente a la caída de su crecimiento. Por su parte, los hay también no tan liberales como Marcel Fratzscher que opinan que no se gasta suficiente y que no beneficia para nada tener la cantidad de superávit que lleva cosechando los últimos años.
El PIB de la economía europea ha crecido un 0,4% pero su locomotora en este primer trimestre ha pasado del %0,7 de crecimiento al o, 3%. Países como Rusia, China o Brasil no pasan sus mejores momentos y esto lo están notando los germanos que ahora mismo se alimentan del poder adquisitivo interno. La gran mayoría lo achaca a factores externos si, y con toda razón, pero el problema quizá sea que la economía principal de Europa sea tan dependiente de factores externos.
Presumir de que España es la que esta tirando de la economía es cuanto menos preocupante. Que tire del país una economía con un sustento tan estacional como es el turismo no debería ser muy positivo. Un crecimiento del 0,4% europeo, sí, pero visto desde un punto de vista macro económico donde quizá las familias no han visto ni un solo síntoma de esta “mejora”. Mientras tanto, Alemania apuesta por que hay que gastar más pero manteniendo su particular característica de déficit cero.