426542900_d5bf1144f5Hemos dedicado tiempo en este blog a Barcelona; con tendencia al pesimismo, o al menos con tendencia a poner en el espejo las visiones más críticas. El libroOdio Barcelona ha ocupado parte de los debates, y también La ciudad mentirosa. Fraude y miseria del “Modelo Barcelona”. También es cierto que últimamente han aparecido visiones más optimistas, aunque no exentas de capacidad crítica -y mucha- como en el caso de Toni Puig y su Marca ciudad.

Hoy aprovecho para destacar, vía recomendación de Marc, un artículo reciente publicado en El Periódico titulado Estimo Barcelona, escrito por Francesc Reguant, ex-concejal del ayuntamiento, en el que se exponen ideas más optimistas, una especie de recuperación de la memoria histórica ahora que la visión más crítica parece ganar terreno:

Hemos ganado una ciudad en la que nos gusta vivir, pero, a su vez, una ciudad que encanta a los que no viven en ella. Ello conlleva algunos peajes que forman parte del mismo paquete de bienestar. Pretender separarlos es absurdo e imposible. Esta atracción barcelonesa ha sido y es el principal motor de desarrollo de la Catalunya actual, tengámoslo presente. Hoy, Barcelona es nuestra marca más reconocida en el mundo, símbolo de calidad, imaginación y color. Efectivamente, hacer Barcelona es hacer Catalunya. Barcelona es la capital y la proa de un país. Anteponer desarrollo local o territorial y capitalidad es hablar de un falso dilema que solo puede empobrecer. Ante los Juegos Olímpicos, por ejemplo, se oyeron voces disidentes temerosas de una desnaturalización de la riqueza local. Los hechos hablaron con claridad negando el peligro. Desde nacionalismos mal entendidos se ha frenado, a veces, el potencial metropolitano. Por el contrario, la armonización de ambos conceptos es vital para multiplicar energías.

Por cierto. Esto es el prólogo para estos próximos días que pasaré en Barcelona.

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Foto vía Paco CT.

Ciudades a escala humana