Lejos de suponer un lastre para las economías, la conservación del medio ambiente y el desarrollo de políticas activas de lucha contra el cambio climático pueden ser vistos como factores de competitividad económica. Empresas y países líderes en todo el mundo han apostado por potenciar esos factores en sus políticas de desarrollo.
El debate en torno a la protección del medio ambiente en general y a la lucha contra el cambio climático en particular, ha estado centrado hasta hace muy poco en analizar los costes que las regulaciones ambientales suponen. Para las empresas, la cuestión era evaluar los desembolsos adicionales de capital necesarios para incorporar nuevos procesos productivos y equipamientos más eficientes. En el caso de los gobiernos, se trataba de estimar los costes necesarios para poner en marcha actuaciones para prevenir y/o adaptarse al cambio climático.
Pero, ¿Son la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático necesariamente “dañinas” para nuestras empresas y nuestros gobiernos? ¿Qué dicen algunos estudios sobre esa cuestión? ¿Qué postura están adoptando empresas y gobiernos? ¿Cuál debería ser la posición adoptada por quienes argumentan que la protección ambiental perjudica la competitividad?
El medio ambiente y su protección mueven en la actualidad importantes sumas de dinero: el mercado medioambiental a escala mundial alcanzó en el año 2000 la cifra de 347.000 millones de euros (OCDE). Su previsión de crecimiento es espectacular: un 30 por ciento hasta 2010, con especial importancia en China, el sudeste asiático, Latinoamérica y Europa del Este (OCDE). Sólo en el sector climático, el mercado de nuevos productos y servicios bajos en carbono podrá alcanzar los 500 billones de dólares anuales en 2050 (Stern, 2006).
El desarrollo de esos nuevos productos y servicios creará nuevas y cuantiosas oportunidades de negocio en sectores como el energético, el transporte o las biotecnologías. Conscientes de ello, organizaciones y gobiernos líderes de todo el mundo se encuentran inmersas en un profundo proceso de reflexión y modernización que les permita aprovechar las oportunidades en materias como las energías renovables, el transporte o las biotecnologías.
La entidad norteamericana Bank of América creará un fondo de más de 15.000 millones de euros para apoyar el crecimiento de la actividad económica sostenible dirigida a la lucha contra el cambio climático y en favor del desarrollo sostenible. En España, algunas instituciones financieras han lanzado recientemente al mercado fondos de inversión que destinan su capital a valores de empresas dedicadas al desarrollo, producción o distribución de productos relacionados con las energías renovables. Son también muchas las organizaciones que ofrecen diferentes tipos de servicios ligados al cambio climático.
También los gobiernos más avanzados a nivel europeo y mundial se encuentran inmersos en un profundo proceso de cambio y modernización, que les permita posicionarse como agentes líderes en diversos aspectos asociados con la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Para ello, están dotándose de tejidos productivos basados en el desarrollo de productos, servicios y tecnologías bajas en carbono. Tejidos productivos más sostenibles y competitivos, que les permitan avanzar en la senda de un desarrollo más sostenible, es decir, hacia un “desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades” (Informe Brundtland, 1987).
La evidencia indica que quienes aún no tengan la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático en su agenda de acción política, deberían abrir un espacio de reflexión para identificar y poner en valor las oportunidades de negocio que están surgiendo. Aún no es tarde para posicionarse y aprovechar los beneficios que vendrán de la mano del medio ambiente y la protección del clima mundial.