Parece que bastaría oír a los candidatos y leer sus programas para votar en las próximas elecciones municipales y forales. Pero la verdad es que resulta casi imposible conocer la oferta real de los partidos políticos y sus candidatos más allá de las coyunturas y disputas políticas del día a día. Y con la campaña electoral, la cosa se pone todavía peor. Los candidatos y candidatas se nos presentan, en general, como verdaderas caricaturas de sí mismos; obligadamente cercanos, con una gran, pero forzada, sonrisa, haciendo jogging sin mucha pinta de deportistas, subidos en bicicleta por primera vez, …¿les suena?. Y los temas realmente relevantes quedan completamente escondidos
Yo al menos no percibo en los programas como vamos a gestionar una ciudad cada vez más diversa y formada por personas de orígenes geográficos dispares. No veo lo que se propone para que los que vienen de lejos en busca de nuevas opciones de vida, se sientan acogidos e invitados a construir entre todos una comunidad realmente integradora ¿por qué es esto lo que todos quieren? ¿o no…?. Ni tampoco consigo entender qué instrumentos son los que se van a poner en marcha para que la legión de personas desempleadas que nos ha dejado la crisis, no se sientan desprotegidas y puedan encontrar vías para desarrollar de nuevo todo su potencial.
No aprecio tampoco entre los que se postulan para gobernar nuestras ciudades, la preocupación ni la urgencia que nos impone el cambio climático. Sinceramente, me gustaría ver cómo las distintas opciones compiten por decirnos cuando creen que es posible que nuestras ciudades sean neutras en carbono y los instrumentos que pondrán en marcha para conseguirlo. ¿Sabían que Copenhagen lo propone y de una manera muy seria para 2025?
Pero sólo oigo cantos de sirena y mensajes políticamente correctos para quedar bien. Eso sí, ¡muy verdes!. ¿Cómo vamos a pasar de un espacio urbano pensado y adaptado para el coche, a otro en el que caminar, la bicicleta o el transporte público sean las opciones más naturales, cómodas y factibles para todas las personas?. Y no vale como respuesta esos planes de movilidad sostenible en los que las carreteras son intocables, los carriles bicis no llevan a ninguna parte y las mejoras del transporte público son simplemente incrementales.
¿Cómo vamos a disminuir las emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero de nuestro sistema de transporte público? Porque parece que nadie se acuerda de que el transporte público también contamina y mucho y que existe tecnología (vehículos híbridos y eléctricos alimentados con electricidad verde y biocombustibles sostenibles) que harían que nuestro transporte además de ser público no dañase ni la salud de las personas, ni la del planeta. ¿Cómo vamos a incentivar la renovación del parque de viviendas y de edificios públicos para que sean energéticamente eficientes? ¿Cómo vamos a cortar con el despilfarro de recursos que supone generar residuos?… y muchas más y más preguntas que una vez más se quedan flotando en el viento
Para terminar, veo que todos se suman al carro del dinamismo económico. Ya saben a eso del emprendimiento, la internacionalización, la atracción de empresas, la creación de empleo y riqueza…, pero, de nuevo, son músicas a las que les falta la letra. En mi opinión, nuestras ciudades necesitan hilar más fino para contribuir activamente a la creación de una economía competitiva y baja en carbono. Y no se trata de que cada municipio haga la guerra por su cuenta lo cual carece de todo sentido, sino de que se haga la reflexión de cómo se integra la ciudad en la política industrial del País Vasco que apuesta por impulsar una industria global, en base a la innovación y el conocimiento.
La cuestión clave queda flotando en el viento porque no sabemos si nuestros líderes aprovecharán las compras de su Ayuntamiento (las de equipos de transporte, de energía, de recogida de basura, servicios sociales…) para impulsar la fabricación avanzada, las energías renovables y la salud que son las líneas prioritarias que establece el “PCTI 2020. Una estrategia de especialización inteligente del País Vasco RIS3”, recientemente aprobado por el Gobierno Vasco. O si por el contrario, se dejarán llevar por la inercia del ahorro de gasto porque que claro, es más caro comprar autobuses eléctricos que convencionales, ¿o no?.