En su artículo de ayer en el New York Times, “An affordable truth” Krugman se mostraba optimista acerca de los resultados de Copenhage. Según su criterio recortar las emisiones es perfectamente factible y sin un impacto especialmente importante en la economía. Más aún, argumenta que la recesión económica no es motivo para esperar ya que las inversiones necearias servirán de estímulo adicional a la economía.
Personalmente no soy tan optimista sobre los resultados que se alcancen en Copenhage, aunque ojalá me equivoque y el liderazgo manisfestado por la Unión Europea, arrastre al resto de los principales actores de este “juego” (Estados Unidos y los principales países emergentes) para conseguir acuerdos serios de limitación de emisiones.
Respecto a los costes de las políticas de contención de las emisiones hay estudios que las evalúan detalladamente y lo que sí parece claro es que sean elevados o no, los costes de mitigar las emisiones serán menores que los de no hacerlo (Informe Stern, por ejemplo; una síntesis en castellano aquí). Por otro lado, los países que adoptan medidas tempranas y pongan en marcha estrategias serias contra el cambio climático estarán mejor preparados para minimizar los costes y aprovechar al máximo las oportunidades