Desde su ingreso en la Unión Europea en 1986, España ha asumido por cuarta vez la presidencia del Consejo de Ministros de la Unión en este primer semestre del 2010. Las anteriores presidencias se ostentaron durante el primer semestre de 1989, el segundo semestre de 1995 y el primer semestre del 2002.
En cada presidencia, España, se ha topado con un escenario diferente. En 1989 era una época de bonanza europeísta, en la que los doce incluso aprobaron la dotación de una moneda única para Europa. En 1995, la crisis entraba por nuestra puerta tras los varios fastos celebrados en el 92, abriendo la posibilidad de exclusión de nuestro país del euro. En el 2002, la circulación del euro era una realidad y la presidencia del consejo fue el salvoconducto para que España participara en una cumbre del G-8.
En 2010 el escenario es bastante diferente a los anteriores, por un lado la Unión está compuesta por 27 estados miembros, frente a los 12 o 15 de los anteriores, por otro lado un nuevo marco institucional plasmado en un Parlamento Europeo recientemente elegido, con unos poderes reforzados.
Más importante parece el nuevo marco constitucional, debido a la entrada en vigor del nuevo Tratado de Lisboa que incluye importantes cambios que afectaran directamente a la nueva presidencia. Zapatero ya no podrá presidir el Consejo Europeo, ya que Von Rumpuy fue elegido el pasado noviembre presidente estable (por dos años y medio) del Consejo Europeo, quedando limitado el papel del presidente a primer ministro del Estado miembro que ejerce la presidencia del Consejo. Por otro lado, Catherine Ashton vicepresidenta de la Comisión es la que ostenta la alta representación para la política exterior y de defensa, dejando a Moratinos en un segundo plano. A esto le podemos sumar el sistema de Presidencias en equipo de dieciocho meses, inaugurada por España, seguida de Bélgica y de Hungría, convirtiéndoles así en el trió europeo del momento.
Veremos cómo afecta este nuevo escenario a la actuación español, la falta de visibilidad y poder junto con la crisis económica se lo puede poner bastante difícil. Una presidencia que deberá estar guiada por la austeridad, aunque las cifras que se barajan para algunos provocan algo de vértigo, ya que se estima que el gasto total de la presidencia ronde los 90 millones de euros, lo que supone un gasto diario de medio millón de euros, o lo que es lo mismo, dos euros por cada español. Es necesario decir que este presupuesto es muy similar al coste de la presidencia Sueca en el semestre anterior (94 millones de euros), y considerablemente inferior al gasto efectuado por La República Checa durante el primer semestre de 2009 (126 millones de euros) o el de Francia durante el segundo semestre de 2008 (151 millones de euros).
Por de pronto el estreno español no ha sido muy afortunado, el traspiés de la página web de la presidencia colando a Mr. Bean ha disparado las alarmas… en junio veremos qué tal nos ha ido .