Que si sube o baja el porcentaje, si la razón es técnica o si contamos o no los créditos. Podemos decir que el presupuesto se ha reducido, pero que los proyectos ”competitivos” se mantendrán. Que en realidad habrá más créditos y menos subvenciones y claro, que según cómo lo contabilices o que partidas incluyas, ha subido o ha bajado. Que si los centros tecnológicos recibirán menos y las empresas más, que si ya veréis cómo al final no se nota y todos los proyectos se salvan.
Simplemente, se me escapa y no quiero entrar. Es evidente que el Ministerio de Ciencia e Innovación va a ver reducidos sus presupuestos,….pero eso es lo de menos.
Lo que importa es que la sociedad española no demanda a sus dirigentes políticos que impulsen definitivamente la transformación del modelo productivo. Me remito sólo a lo que ya comenté hace unas semanas:
(…) necesidad de generar una mayor cultura ciudadana en materia científica y tecnológica; recientemente hemos visto cómo una gran infraestructura científica, la Fuente Europea de Espalación de Neutrones (ESS) finalmente no se localizará en nuestro país. Las razones son varias y el debate poliédrico, y no me corresponde a mí comentarlo, que al fin y al cabo no lo he vivido tan de cerca como otras personas. Pero sí mantendré que los representantes políticos, en estos temas, actúan bajo demanda. Quizá para los Juegos Olímpicos el apoyo unánime se debe a que está instalada en la población la idea de que suponen un beneficio. En cambio, mucho me temo, no está en el imaginario colectivo pensar que una instalación científica es nuestro pasaporte al futuro. Cosa que, en cambio, sí ocurre en Suecia. No digo que Suecia sea un país de ilustrados, no. Simplemente, que el proyecto tenía una mayor dimensión social porque la sociedad pone la oreja en esos temas. Y sabemos que donde está el interés social, ahí está el interés (siempre electoral) de los políticos. En fin, posiblemente esté generalizando demasiado y desviándome del tema.
Tanto hablar del cambio de modelo y resulta que el cambio era esto. La ciencia es un arma cargada de futuro, pero el poder del futuro tiende a cero cuando de legislaturas políticas se trata. Al gobierno le compensa dedicar 5.000 millones de euros para el nuevo fondo estatal de inversión local (sumándolos a los 8.000 del fondo de este año 2009) antes que dedicarlos a la transformación del sistema de ciencia, tecnología e investigación e insertarnos de forma decidida en el Espaio Europeo de Investigación. Mejor dar jornales para unos meses (y sembrar así los pocos votos que se puedan salvar) que empezar -de una vez- a impulsar el esfuerzo científico e investigador. Es, nos lo dijo Daniel Innerarity hace poco, la dictadura del presente.
Pero, no nos engañemos. La sociedad española no demanda I+D+i, sobre estas cosas no tiene corazonadas. Una cuestión, la de la demanda social, que Mi Mesa Cojea ha acertado a relatar con ironía en unos párrafos llenos de ironía de los que solo destaco los primeros:
En 2011, un español consigue el Premio Nobel de Física, lo que tiene una enorme repercusión mediática en La 2 un domingo de madrugada.
La noche del 31 de diciembre 2011, dos millones de españoles con la FP sin terminar se suicidan después de que Pedro Piqueras abra su telediario diciendo que, según el calendario maya, el mundo se acaba en dos horas. Lamentablemente, el mundo no se acaba y Telecinco lidera el mes.
En 2014, Iker Jiménez se convierte en Ministro de Ciencia e Innovación y declara que las antenas de los móviles dan cáncer porque lo ha leído en la Más Allá. Un mes después, Telefónica quiebra, lo que provoca que 250.000 personas pierdan su trabajo y 47 millones pierdan sus llamadas.
En 2015 la homeopatía pasa a ser considerada oficialmente una ciencia y, sólo ese año, 12.426 españoles mueren de apendicitis en sus casas mientras beben mucho agua.
En 2016, un grupo de científicos del German Cancer Research Center descubren la vacuna contra el cáncer, pero el comunicado coincide con un Barça-Madrid y en España nadie se entera hasta pasados tres años.
Así que, sin que sirva de precedente porque no acostumbro a sumarme a movilizaciones interneteras que normalmente sufren de inmediatez e inconsistencia, me sumo a la iniciativa de La Aldea Irreductible: La ciencia en España no necesita tijeras porque ya es hora de que nos tomemos en serio el futuro.