08La creciente globalización de la economía, la progresiva aceleración del cambio tecnológico y elcrecimiento de grandes países emergentes como China, India, Brasil, entre otros, son factores que han favorecido un largo y mantenido proceso de crecimiento de la economía mundial. Sin embargo, la paradoja a la que nos enfrentamos es que unido a este proceso de crecimiento, la primera década del siglo XXI está siendo testigo de excepción de una crisis global y estructural de sostenibilidad en la que los propios factores que impulsan el crecimiento a corto plazo, son los que a su vez desenmascaran las más dramáticas tendencias y tensiones estructurales de un modelo que ha prestado excesiva atención al crecimiento, olvidando la mayoría de las veces el medio natural y las personas.
La creciente demanda mundial de energía que precisan los países emergentes y que se suma a la de los países desarrollados, está causando una espectacular subida de los precios del petróleo, que ya están en cotas inimaginables hace bien pocos períodos y amenazan con alcanzar en breve plazo niveles rondando los 200 dólares barril. Sin lugar a dudas, esta subida es el anuncio anticipado de que la era de los hidrocarburos puede estar llegando a su fin, como resultado de una depredadora y muchas veces inconsciente gestión de un recurso mineral no renovable.
Por otro lado, la creciente demanda de productos alimenticios de los países emergentes cuyas economías crecen a ratios sostenidos de dos dígitos junto a la competencia de los cultivos energéticos ヨgranos para la fabricación de biocombustibles- por las tierras fértiles generan grandes y rápidos incrementos de los precios de los alimentos básicos que están amenazando con el hambre y una creciente inestabilidad política a millones de personas en los países pobres y en vías de desarrollo.
Adicionalmente, la clase científica nos avisa que las emisiones de gases de efecto invernadero, resultado principalmente, de la quema de combustibles fósiles, están en la génesis de un proceso de cambio climático que tendrá graves consecuencias para nuestro planeta y nuestra economía.
Los tres elementos, son los vértices visibles de un mismo problema que se retroalimenta, crece día a día y empieza a manifestar síntomas preocupantes de desaceleración económica en los países desarrollados. El crecimiento y bienestar material de los países desarrollados invita en la misma rueda a nuevos países en una dinámica global de producción y consumo que genera graves presiones sobre los ecosistemas y equilibrios naturales básicos
La clave principal para encontrar una salida a esta ruleta destructora pasa sin ninguna duda por la innovación y la tecnología. Las recetas tradicionales están agotadas y se trata de buscar nuevos planteamientos a las crecientes exigencias ambientales, investigando tecnologías más limpias y ecoeficientes para producir bienes y servicios de calidad utilizando menos recursos naturales y contaminando menos, encontrando alternativas de movilidad al automóvil privado cuyo modelo ya no da mucho más de sí y, muy especialmente, transformando radicalmente nuestro sistema energético para depender menos de la combustión de petróleo que se agota y causa el cambio climático.
Como es evidente por su pequeño tamaño, el País Vasco difícilmente puede jugar un papel estratégico en la gestión de esta crisis global. Pero no olvidemos, sin embargo, que las empresas vascas hace tiempo ya que perciben la creciente competencia de los países emergentes y que la sociedad vasca en su conjunto es testigo de un, poco sonado, pero imparable, proceso de deslocalización de empresas industriales que buscan ubicaciones con costes de producción y mano de obra imposibles por estos lares.
Por ello, la apuesta de Euskadi por ser un referente europeo de innovación, diversificando la economía hacia sectores más innovadores e intensivos en conocimiento, es el único camino para competir en los mercados globales con garantías y avanzar en la mejora del bienestar y calidad de vida de las personas. La cuestión, sin embargo, es por qué no aprovechar la necesidad global de transformación ambiental (ecoeficiencia, movilidad, energía y cambio climático) para convertirla en un vector tractor y orientador de la innovación en el País Vasco.
Las oportunidades están ahí, contamos con importantes capacidades en la red vasca de ciencia, tecnología e innovación, la generación de jóvenes mejor formados de nuestra historia y un dinámico tejido empresarial. Sólo nos queda optar con decisión y entusiasmo para convertirlas en realidades empresariales creadoras de riqueza.
En la crisis global tenemos la llave de nuestro futuro y también, como no, la posibilidad para contribuir en la parte que, sin duda, nos corresponde de la crisis de sostenibilidad global que nos toca vivir.