Las concentraciones urbanas (su gran expansión) suelen ser atractivas para los artistas, sobre todo cuando una gran mayoría de éstos viven en allí. Pensadores e intelectuales reinciden en debatir, explicar y hasta convertir en objeto artístico el hecho urbano. Y sin que este sea una práctica novísima, si lo es su renacimiento y su re-introducción como elemento expositivo, en los museos, en los círculos literarios o en el cine.
El escritor Juan Villoro, referente en la crónica literaria hispanoamericana, ofrece su punto de vista del monstruo que es para él México DF en una entrevista de Alberto Barrera para el programa Miradas Urbanas. En lasegunda parte de su relato, hace referencia al “segundo piso de México DF”, lo que se puede entender fácilmente con la fascinante última secuencia de imágenes del documental En el Hoyo, del mexicano Juan Carlos Rulfo. También lo hace desde otra perspectiva: la de la violencia urbana narrada, el Premio Alfaguara de novela Xavier Velasco, en lo que él llama “Mex Appeal“.
Precisamente a propósito de la urbe, esta semana en El País se recolectaban una serie de brevísimas reseñas de libros en los que se vincula a las ciudades y literatura.
Además, se puede señalar que una de las ramas más vivas y dinámicas del arte contemporáneo actual es el arte callejero, por su amplio sentido -a la vez que paradójico- democrático cuando logra la participación de cualquiera, como que dictatorial cuando al ciudadano se le impone el arte que debe ver.
EL arte callejero representa un amplio conjunto más allá del todopoderosoBanksy. Repartidos por todo el planeta, hay reconocidas propuestas que van desde los adornos lineales provenientes de la mexicana ciudad de Puerto Vallarta con El Tono, pasando por la mirada de Lilongwe en Malawi con Kid Acne hasta llegar al chileno Vasko por citar unos pocos.
La perspectiva democrática se puede pintar en el proyecto CorpusTrip, del fotógrafo Luca Donnini, en torno al arte efímero. Su particular “tour” comprende 10 mil kilómetros, repartidos en 20 ciudades europeas y una furgoneta, que instalará la obra del fotógrafo por las noches en espacios públicos donde no es común la exposición artística convencional. Lo que llama Speed Show.
Otros ejemplos se ilustran en las propuestas callejeras del colectivo anarcofeminista boliviano Mujeres Creando, que ha sido incluidas en la órbita institucional del gran museo, en este caso en el Reina Sofía en la arriesgada exposición Principio Potosí.
También otros de los centros de creación más dinámicos de la península han entendido estas necesidades urbanas y las abordan desde la perspectiva educativa. La Casa Encendida de Madrid presentó el año pasado la muestra Ciudades habitables, ciudades de futuro y El CCCB Barcelona presentó Ciudad y Espacio Público en 2010. El mismísimo patrimonio industrial es una oda al espacio urbano. Los miles de ejemplos más allá del Matadero Madrid, la Alhóndiga o la Tabakalera han sido ya mostrados ampliamente.
Un ejemplo interesante es el del municipio de Arlington (en Virginia, EEUU y vecino a Washington DC, con una población cercana a la de San Sebastián) que desarrollando espacios emergentes como el Artisphere, han logrado ideas que combinen iniciativas public-privadas. Desde aquel ayuntamiento han hecho guiños al arte urbano con muestras como Design for the Civic Realm o Contain-Mantain-Sustain pero también se han ocupado del arte público, no como fruto de una feliz coincidencia sino como parte de un plan de acción e intervención que data de 2004: Public Art Master Plan.
La calle (o lo que habita en ella) se mueve muy rápido y las fuerzas de la propia urbe también. Hoy toca atención al ambiente urbano, quizás por eso la puesta en boga del hip hop o el cómic junto con el arte callejero o elgraffiti: por la vitalidad de sus propuestas y las ganas de decir cosas.