Las posibilidades de interconexión casi infinitas que tenemos ahora y la flexibilidad de los intercambios resultantes, hacen que nos encontremos en una sociedad mucho más abierta, lo que a su vez implica una mayor profesionalización en áreas de actuación vitales del ser humano.
Con resultados exitosos, algunas actuaciones de la Administración Pública (AAPP), han ido perdiendo esa pátina de ineficiencia que dio mala fama a las políticas más sociales o progresistas, para avanzar considerablemente en cuestiones organizativas y de gestión. Cabos antagónicos (aparentemente) de una misma cuerda, pueden lograr avenencias buscando posibilidades mutuamente beneficiosas y hasta tejer unja red.
Los avances en la ganancia de eficiencia del Ente Público no se deben achacar simplemente a la liberalización per se de la actuación pública: la clave estriba en la inclusión de agentes que antes se mantenían al margen, tanto por decisión propia como por la incapacidad de colaboración conjunta que ofrecía la coraza burocrática.
La tendencia en Organismos Internacionales, AAPP y en las relaciones profesionales en general, es la de la especialización productiva que Adam Smith preconcibió hace algunos siglos, mediante la gestión de proyectos. Nada nuevo. El popular dicho de zapatero a tus zapatos toma fuerza, pero con el añadido de la participación de la mayor parte de sujetos que forman el entramado social del ser humano. De esta forma lo “público” deja de ser un concepto abstracto, de todos y de nadie, para, idealmente, lograr la atracción de la mayor cantidad de talento. Ese talento que se encuentra en las calles, en las empresas privadas, en las familias, en asociaciones de barrio, en ONGs, en Grupos de Acción Local, en colectivos de artistas, en equipos deportivos y en grupos de consultores.
Los Public Private Partnerships (PPP o P3 en inglés) o Asociaciones Público-Privadas, incluyendo el concepto social (PSPP), más allá de la construcción de carreteras, hacen referencia a las alianzas privadas y públicas referidas al desarrollo social. Su forma más tangible y su semilla se puede observar en las nuevas formas de contratación o de licitaciones públicas que algunos organismos dedicados al desarrollo tratan de potenciar, para lograr una profesionalización de los servicios con fines públicos y socialmente satisfactorios.
La respuesta al jeroglífico del desarrollo no es sencilla, pero se puede intuir que pasa por las soluciones desde abajo hacia arriba. La dificultad estará en lograr que las ideas y propuestas en los países en desarrollo se canalicen para que lleguen a buen puerto. La fecundación de proyectos privados no es siempre espontánea y se debe estimular, aunque tampoco forzar. Se sabe que las AA PP son poco dadas al riesgo, así, si logran delegar parcialmente la generación de ideas, se consigue más inclusión y el sistema en su totalidad se oxigena.
La capacidad de generar proyectos será un reto para los países con más dificultades en América Latina. Un informe de The Economist Intelligence Unit encargado por el FOMIN del Banco Interamericano de Desarrollo sobre losPPPs en América Latina, mediante un índice llamado Infrascope, revela que Chile, Perú y Brasil encabezan la lista de capacidades positivas de los gobiernos regionales de esa zona para llevar a cabo estos proyectos, evaluando el marco legal, institucional, financiero, el clima social, político y comercial, además de las posibilidades de desarrollo eficiente. Los puestos de cola, de los 19 países estudiados, los ocupan Ecuador, Nicaragua y Venezuela respectivamente. Llama la atención que la capacidad de llevar a cabo propuestas privadas de proyectos (en este caso infraestructuras) no tengan una correlación directa con el PIB como lo demuestra la brecha entre Perú y Venezuela.
Veremos cómo realmente se avanza en resultados en los siguientes años, para evitar nuevas décadas perdidas. No hay que ser adivino para suponer que las propuestas locales y las ideas felices deben ser pasadas al papel y posteriormente a la vida real y hasta que no pase eso, no se creará riqueza. Nos queda plantearnos si América Latina hoy es un hervidero de proyectos de desarrollo dinámico entre las iniciativas privadas, las Administraciones Públicas y la sociedad civil en general.