tropical forestLa gestión de los valores ambientales precisa, por un lado, de cantidades importantes de fondos que son difíciles de asumir por la iniciativa pública y, por otro lado, de la participación activa de la iniciativa privada en la ejecución de actuaciones concretas. El uso de instrumentos financieros y de mercado para la correcta implementación de políticas de gestión de los valores ambientales de territorios, espacios naturales y bienes ´de uso público’, gozan cada vez de mayor aceptación como medios para integrar las problemáticas ambientales en los procesos de toma de decisiones de los agentes económicos y para alcanzar de manera rentable objetivos tales como la de conservación, biológica, cultural,  paisajística  y  la explotación sostenible de los recursos naturales. Este artículo expone el funcionamiento de dos de esos instrumentos.

Instrumento 1. Reducción de las Emisiones de la Deforestación y Degradación: un instrumento financiero “multifunción”
Los países más débiles del Planeta son a menudo los que acumulan la mayor parte de la riqueza natural mundial. Una riqueza natural que se ven obligados a explotar (y a menudo destruir) para obtener recursos. La propuesta de incluir el concepto de Reducción de las Emisiones de la Deforestación y Degradación a un régimen global de lucha contra el cambio climático, es un paso importante para conciliar conservación de recursos naturales, lucha contra la pobreza y reducción de emisiones.
Llevamos décadas tratando de evitar la destrucción de las selvas tropicales, pero éstas siguen desapareciendo a gran velocidad. Hasta mediados del siglo pasado, la destrucción se concentraba casi exclusivamente en zonas templadas. En las últimas décadas, los bosques tropicales han sufrido una tala masiva y una fuerte degradación. Alrededor de 20 millones de hectáreas de estos bosques son talados o dañados cada año. Si su destrucción continúa al ritmo actual, desaparecerán en 40 años.
¿Por qué se destruyen los bosques y selvas tropicales del Planeta? Sencillamente, porque los bosques tienen más valor muertos que vivos. Dicho de otro modo, porque talar los bosques resulta más lucrativo que conservarlos: un bosque vale más cuando se tala y el terreno en el que antes se ubicaba puede ser utilizado para construir una granja o plantar nuevos cultivos. Esto ocurre porque la economía actual no ha puesto precio a parte de los servicios que prestan estos ecosistemas (servicios ecosistémicos): absorción de CO2, conservación de biodiversidad biológica, oportunidades para actividades recreativas, etcétera.
El resultado de esta destrucción de bosques es la pérdida o degradación de servicios ecosistémicos esenciales – agua potable, alimentos, control de inundaciones, etcétera – para el bienestar de billones de personas, sobre todo en los países más desfavorecidos del Planeta. Otra consecuencia directa es la liberación a la atmósfera de grandes cantidades de CO2 almacenadas en las selvas tropicales y el consiguiente aumento de la temperatura mundial. La destrucción de bosques tropicales que tiene lugar cada año, es responsable de la emisión de cerca del 20 por ciento de las emisiones anuales a la atmósfera de gases de efecto invernadero (más que todos los coches, camiones y aviones del mundo). En algunos países en desarrollo, la deforestación es responsable de más del 50 por ciento de las emisiones.
La solución a la destrucción de bosques tropicales parece pasar por establecer mecanismos que hagan que el mercado reconozca los beneficios de esos servicios y les asigne un valor económico (monetario), de manera que un bosque vivo tenga un valor mayor que un bosque muerto. Esto es lo que pretende la Reducción de las Emisiones de la Deforestación y Degradación (REDD), una herramienta propuesta por la comunidad internacional para proteger los bosques tropicales que aún quedan en el mundo.
El funcionamiento de la herramienta es sencillo. La conservación de los bosques permitirá convertir el CO2 almacenado en los árboles en créditos de carbono equivalentes a la cantidad de CO2 que éstos son capaces de absorber. Esos créditos de carbono se podrán comprar y vender en el mercado mundial de carbono para hacer frente a las obligaciones de control de emisiones. La existencia de una oferta y una demanda hará que esos créditos asociados a la conservación de masa forestal tengan un precio de mercado. Esto incentivará la conservación de los bosques, ya que su protección tendrá un valor en si mismo.
Cuando la REDD se convierta en una realidad a gran escala, contribuirá a frenar la pérdida de masa forestal y a luchar así contra el calentamiento global. También proporcionará flujos de capital a algunos de los países más pobres del mundo, ya que el dinero resultante de la compra de esos créditos irá a parar a las arcas de los gobiernos y agentes locales involucrados en los programas de protección forestal.
Instrumento 2. Los Pagos por Servicios Ambientales: un instrumento de mercado contra la degradación ambiental.
El PSA es un ‘mecanismo flexible y adaptable a diferentes condiciones, que apunta a un pago o compensación por el mantenimiento o provisión de un servicio ambiental, por parte de los usuarios del servicio el cual se destina a los proveedores’.
Los ecosistemas naturales proporcionan una amplia variedad de servicios ambientales.
Sin embargo, estos servicios son raramente valorados y muchas veces acaban perdiéndose.  ¿Por qué los servicios ambientales, a pesar de su valor, se pierden?  Los usuarios de los ecosistemas naturales, normalmente, no reciben ninguna compensación por los servicios ambientales que los ecosistemas generan y por lo tanto  carecen de motivación económica para tomar en cuenta esos servicios. El reconocimiento de este problema ha llevado al desarrollo de sistemas en donde los usuarios de los ecosistemas considerados son compensados por los servicios ambientales que éstas generan, compatibilizando así sus incentivos con los de la sociedad en conjunto. Los Sistemas de Pagos por Servicios Ambientales (PSA) representan un ejemplo de este enfoque. El principio central del PSA consiste en que los proveedores de servicios ambientales se verán compensados por los mismos, mientras que los beneficiarios de los servicios han de pagar por ellos.  A los demandantes de los servicios ambientales, previamente identificados, se les cobra un precio para los servicios de los cuales se benefician, y a los productores de esos servicios se les paga por aquellas actividades de mantenimiento de los servicios que sean verificables y medibles.
El mercado de un PSA consiste en  hacer coincidir la demanda existente de servicios ambientales con la oferta  de actividades y servicios mirada a la conservación de los activos ambientales y sirve para coordinar los flujos financieros que se generan dentro del mercado, ya sea de modo directo, a través de pagos, o indirecto a través de la creación  un fondo de servicios ambientales ad hoc. En el grafico siguiente se esquematiza el funcionamiento del mecanismo de PSA.
Para que un sistema PSA tenga éxito es necesario que se cumplan diversas condiciones, unas económicas (cómputo de costes y beneficios), y otras financieras (cobros y pagos).
En el ámbito económico, la metodología básica de un sistema PSA consiste en realizar un análisis coste-beneficio contrastando la valoración económica que tiene el recurso natural para la sociedad (demanda ambiental) con los costes que representa la dotación del bien o servicio ambiental (oferta ambiental).
En este sentido,  es posible establecer unas condiciones básicas de viabilidad de un sistema PSA. Estas deben permitir  que el precio dispuesto a pagar por los usuarios, o Disposición al Pago (DAP), multiplicado por el número de beneficiarios cubra los cotes totales del sistema. Estos últimos se pueden distinguir en tres tipos:
1. Costes anuales, de oportunidad (para la modificación en el uso del recurso) y de ejecución.
2. Costes fijos, de instalación y de conservación y mejora ambiental.
3. Costes asociados a las medidas de desarrollo rural,  que permiten la mejora constante de la calidad de vida de los oferentes, del recurso y de su entorno natural, y que por lo tanto contribuyen a incrementar la sostenibilidad del sistema en el tiempo.
Desde una perspectiva financiera, para que los programas de pago por servicios ambientales se mantengan operativos, son necesarias fuentes estables de financiación. La estabilidad financiera es particularmente importante porque, a fin de que los usuarios de los servicios ambientales tengan incentivos continuos para mantener los servicios ambientales, es necesario desarrollar un sistema de cobros estable y bien estructurado  que garantice pagos  continuos y diferenciados.
Existen otros factores de tipo social, cultural, político, institucional o ambiental que influyen en el proceso de valoración ambiental y de aplicación del sistema, y que deben ser valorados antes de lanzar un proceso de este tipo, tales como: la identificación del servicio ambiental, la transparencia y la imparcialidad en la gestión de los fondos y la adecuada información de base.
A pesar de su aparente complejidad, el uso del PSA para preservar los servicios ambientales de los ecosistemas naturales goza cada vez de mayor aceptación como medio para integrar la conservación en el proceso de toma de decisiones de los agentes económicos y para alcanzar de manera rentable objetivos de conservación y explotación sostenible de los recursos. A día de hoy,  el PSA es un instrumento usado para la preservación de servicios ambientales proporcionados por las cuencas hidrológicas y la biodiversidad, sobre todo en regiones y países subdesarrollados o en vía de desarrollo.
Autores: Massimiliano Losi y Patxi Greño