matrioshkaRusia apuesta por hacer un salto cualitativo en su economía para el año 2020. Su objetivo es mejorar los factores sociales y económicos, incrementar el comercio y utilizar el patrocinio estatal y la inversión extranjera para convertirse en una nueva potencia industrial y de desarrollo de alta tecnología.

Siendo un país con el PIB de 2.097 billones de dólares en 2007 (2.130 billones UK), Rusia se encuentra hoy entre los diez países más importantes del mundo. A pesar de esta notable posición, el ex jefe del Estado parece no contentarse con los resultados conseguidos. Así, en uno de los últimos Consejos de la Federación, Vladímir Putin se ha planteado el objetivo de posicionar a Rusia en el quinto lugar por el volumen del PIB para el año 2020. Un objetivo sin duda ambicioso, ¿pero hasta que punto realizable?

El nuevo presidente Medvedev tendrá que ocuparse muy de cerca no sólo del desarrollo social, sino también del desarrollo económico del país. Para conseguir el nuevo objetivo, Rusia tiene que superar a los países más importantes de la UE y acercarse a la potente China con su impresionante ritmo de crecimiento. Los indicadores económicos rusos son prometedores. En 2007 su Producto Interior Bruto (PIB) experimentó un crecimiento del 8.1%, el mayor índice desde el 2000, cuando el PIB se subió un 10%. Este año el aumento del PIB se situará entre el 7.8% y el 8%, por lo que el crecimiento de la economía puede alcanzar por segundo año consecutivo índices récord. Según los informes económicos del 2007, los ingresos del Estado han aumentado en siete veces entre el 2000 y el 2006 y su deuda pública ha pasado de representar el 50% del PIB hace siete años a un 10% en la actualidad, debido a una decidida política de reducción de la deuda externa estatal. Cabe destacar que en Rusia no existe la crisis de liquidez ni la crisis hipotecaria como ocurre en Europa y en Estados Unidos.

¿A que se deben estas cifras tan increíbles? No es un secreto para nadie que el punto más fuerte de la economía rusa es su sector energético. Rusia es el tercer socio comercial de la Unión Europea, después de Estados Unidos y China, pero las relaciones comerciales se basan mayoritariamente en el suministro del petróleo y gas, que representa un tercio de las necesidades energéticas de la UE25. El aumento de precio del crudo por la crisis energética, la intensificación del comercio con la UE y las necesidades crecientes de los países de la nueva incorporación, han jugado un papel muy importante en la mejora de los indicadores económicos rusos. ¿Pero se puede basar el desarrollo de un país únicamente en la exportación de energía?

El gobierno ruso es consciente que aunque el ritmo del crecimiento es prometedor, para llegar a los indicadores necesarios no basta con exportar el petróleo y el gas, es imprescindible un decidido cambio tecnológico. En los últimos años se ha notado un gran avance sobre todo en el sector de las telecomunicaciones. En los ritmos de la difusión de los ordenadores y la telefonía móvil Rusia ya se ha posicionado entre los líderes mundiales, habiendo adelantado por una serie de indicadores a muchos países del G-7, y a China. En lo que a la investigación y desarrollo se refiere, según el “Magazine on European Research”, Rusia invierte menos en I+D que Europa (1,17% del PIB en 2004 frente al 1,84% de la UE). El gobierno sigue financiando la mayor parte del gasto (casi el 60%) y sólo una quinta parte (21%) viene de la industria, mientras que en la UE las empresas son la principal fuente de financiación. Para corregir estas diferencias Rusia puso en marcha un programa federal de investigación para los próximos 6 años (2007-2012) que cuenta con un presupuesto de 5,6 billones de euros y da prioridad a los temas de energía, medio ambiente, biotecnologías, tecnologías de información y comunicación, nanotecnologías y transporte.

Rusia se encuentra tan solo al principio del difícil camino de la innovación tecnológica. En la época de la URSS el país tenía un fuerte potencial tecnológico en sectores de investigación espacial, defensa, desarrollo nuclear y energético. Sin embargo, el capitalismo salvaje de los años 90 parecía poner fin al “high-tech” ruso, el mundo dio por perdida a Rusia como potencia tecnológica. Por lo visto demasiado temprano. En los últimos años Rusia no sólo ha desarrollado los músculos financieros, sino también ha aprendido una lección muy importante: no es posible entrar en nuevo siglo basándose solamente en las ventas de petróleo y gas. La introducción de las altas tecnologías ha pasado a ser la máxima prioridad en el plan de la modernización del país de Putin y no hay nada que pueda resistir al “hombre de hierro” del Kremlin. El Estado ruso, habiendo ganado un poco de volumen con los petrodólares, ha reflexionado sobre su mejor inversión y se ha decidido por las ramas más avanzadas que llevarán a la economía hacía adelante.

Tampoco hay que olvidar un tema tan importante como las colaboraciones comerciales e inversiones que las empresas de la Unión Europea hacen en el país. Así entre el 2000 y el 2007 se ha triplicado el comercio entre la UE y Rusia, siendo los principales inversores los países como Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Polonia. Las empresas multinacionales más destacadas de la UE tienen su presencia en el mercado ruso e invierten miles de millones de euros en el país. Firmas tan importantes como la marca de automóviles BMW, los textiles Mango y Zara, la empresa de lácteos Danone o la cervecera Heineken son solo algunas de las empresas que han invertido en Rusia en los últimos años. La UE es, con diferencia, el principal inversor en el mercado ruso representando el 70% de su inversión acumulada, según la Comisión Europea.

Por supuesto el panorama no es tan perfecto como parece. La economía rusa, como cualquier otra, tiene debilidades que pueden influir negativamente a la consecución de sus objetivos de crecimiento. Los problemas económicos tienen carácter estructural, herencia del país del régimen totalitario. Así, aparte de la elevada dependencia de las exportaciones energéticas, la economía presenta la baja competitividad de los sectores industriales, la ausencia de un sistema financiero capaz de transformar el ahorro en inversión y la escasa iniciativa privada fuera de los sectores de consumo, lo que hace que los cambios sean lentos y costosos. La alta tasa de inflación, los débiles derechos de propiedad y la elevada corrupción son una amenaza para el correcto desarrollo del país por lo que requieren una inmediata solución.

El gobierno tiene que solucionar no solo los problemas económicos, sino también prestar una especial atención a los temas sociales imprescindibles para el correcto desarrollo del país. La sociedad rusa presenta una falta de democracia real, tal y como entendemos este concepto en Europa. La restricción de libertad de expresión con el control mediático del Estado, la reacción exagerada y abusiva de las fuerzas de seguridad rusas ante algunas muestras de oposición política o social y la figura autoritaria del presidente con el sello del antiguo KGB, hacen que el país no se perciba todavía como el más atractivo desde el punto de vista de los derechos humanos.

Rusia esta dentro de las economías más significativas del mundo y muchas miradas están puestas sobre su progreso. Ser o no ser la quinta potencia económica mundial dependerá en gran medida de la capacidad del Gobierno para continuar con el proceso de reformas estructurales. La sostenibilidad del crecimiento a largo plazo será posible solo en caso de un desarrollo en paralelo de la economía y de la sociedad.