La proclamación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las nuevas tendencias de las políticas públicas, así como otras iniciativas desarrolladas para la creación de economías más circulares en nuestros territorios, han propiciado un cambio en las formas de consumo de nuestra sociedad. El principal objetivo es tratar de desacoplar el crecimiento económico de la degradación medioambiental, mejorar la eficiencia de los recursos y fomentar estilos de vida sostenibles.
En el contexto del mercado y de la sociedad actual, la ciudadanía se muestra cada vez más crítica a la hora de consumir cualquier tipo de producto o servicio. Este cambio en el paradigma social y político ha propiciado una creciente demanda de productos respetuosos con el medio ambiente.
Aunque esta tendencia también se ha visto reflejada en el sector textil, a la industria de la moda aún le queda un largo recorrido hasta alcanzar estos objetivos. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la moda es una de las industrias más contaminantes del planeta, siendo la segunda mayor consumidora de agua y responsable de entre el 8% al 10% de las emisiones globales de dióxido de carbono. Consecuentemente, este sistema de producción y consumo conocido como “fast fashion” agrava la crisis climática y otros desafíos ambientales que tenemos en la actualidad.
Para contrarrestar este fenómeno, nace el movimiento “slow fashion”, basado en un modelo más ético, respetuoso con el medio ambiente y, a fin de cuentas, más sostenible. Dentro de esta tendencia cabe resaltar La Alianza de la ONU para la Moda Sostenible, que promueve políticas y proyectos de la cadena de valor de la moda que estén alineados con los ODS. Igualmente, la Unión Europea ha publicado recientemente la Estrategia de la UE para los productos textiles sostenibles para fomentar el diseño de productos más duraderos, reutilizables, reparables, reciclables y eficientes desde el punto de vista energético.
En Euskadi, se han desarrollado iniciativas para poner freno a los impactos ambientales negativos asociados al sector y promover la moda sostenible o el “slow fashion”. Ejemplo de ello son el Clúster de la moda sostenible de Gipuzkoa GK Green Fashion que se creó en 2016, las diversas iniciativas que Koopera ha liderado para fomentar una economía circular o el catálogo de productos circulares fabricados en Euskadi, que recopila información detallada de las mejoras ambientales obtenidas en productos de diez sectores industriales a los que se les ha aplicado metodologías de ecodiseño, incluido el sector textil.
Queda claro que, si bien la industria de la moda tiene gran repercusión y responsabilidad con relación a esta problemática, las personas consumidoras podemos influenciar notablemente en el futuro de la misma, a través del establecimiento de patrones de consumo más responsables.
A este respecto, algunas de las actuaciones que se pueden llevar a cabo por la ciudadanía incluyen: comprar únicamente lo necesario, reutilizar y fomentar los mercados de segunda mano, reparar las prendas en la medida de lo posible, comprar localmente como método para fomentar la economía local, priorizar productos respetuosos con el medio ambiente, etc.
Por todo ello, una herramienta clave para alcanzar una sociedad en la que prime el consumo responsable es promover la sensibilización de los consumidores y las consumidoras desde la educación ambiental, con el propósito de dirigir el comportamiento de las acciones humanas hacia una economía circular.
Queda mucho camino por recorrer, pero es ahora cuando tenemos la oportunidad de adoptar compromisos que reviertan las tendencias actuales y cambien nuestros patrones de producción y consumo en aras de un futuro más sostenible.
Mirari Otero
Ingeniera ambiental
NAIDER