resultats-partiels-au-premier-tour-de-la-primaire-socialiste-10561604akzvv_1713Ayer, 16 de Octubre, se celebró en Francia la segunda vuelta de las primarias del partido socialista francés. Como desde hace dos siglos, son los franceses los que revolucionan de nuevo la forma de hacer política en Europa y profundizan en el debate democráitico en la sociedad.

Ayer estaban convocados a las urnas todos los franceses que se reclamaran de izquierdas. Bastaba acudir a la urna, enseñar tu carnet de identidad y adherirse a una especie de decálogo de valores de la izquierda. Este hecho tan sencillo es inhédito en nuestra vieja Europa y a mí me resulta especialmente atractivo.

Por primera vez un partido político somete a referendum la elección de su candidato a ostentar la máxima representación de un país: la presidencia de una república. Es verdad que otros partidos políticos (generalmente vinculados a la izquierda) intentan dotar de un componente asambleario muchas de sus decisiones. También la elección de sus candidatos. Pero al final, son los aparatos internos los que deciden en la práctica tal elección.

El partido socialista francés tomó una decisión arriesgada: abrir la elección de sus candidato a toda la base social de la izqueirda en Francia. Los más optimistas esperaban alcanzar una participación de un millón de personas en las elecciones. La mayoría auguraba un resultado mucho más discreto. Se equivocaron! Las primarias han sido el mayor éxito del soscialismo francés en los últimos años. Aglutinando en el proceso a casi tres millones de personas, el partido socialista ha conseguido recoger en torno a sí al conjunto de la izquierda francesa, su fuerza mediática se ha multiplicado por medio mundo y su credibilidad como alternativa a Sarkozy (con independencia del candidtato elegido) ha venido para quedarse.

Finalmente, en segunda vuelta, ha ganado sin paliativos François Hollande. Un hombre tranquilo poco dado a los excesos y, dicen, con una cierta falta de carisma y liderazgo. Parece que la izquierda fracesa quiere un cambio desde la tranquilidad y se aleja de las propuestas más rupturistas de su principal contrincante, Martine Aubrey y, especialmente, de la radicalidad y espectacularidad de las propuestas del tercero en discordia, Arnaud Montebourg. No todo iba a salir a mí gusto.

En todo caso, estas primarias han supuesto, desde mi punto de vista, un salto cualitativo muy importante en la política francesa que, esperemos, se extienda pronto por estos lares y no tarde un par de generaciones en llegar…