3987529465_46e03157e9Hace pocos meses los organismos internacionales recomendaban a los países generosidad en sus políticas de estímulo para luchar contra la crisis y salir de la recesión y casi con toda seguridad, la celeridad de los Estados Unidos y, en menor medida, Europa para implantar políticas fiscales y monetarias expansivas son la causa de que la crisis no haya degenerado en una gran depresión como la de los años 30.

Ahora cuando todavía no se ha salido del agujero y la crisis financiera está más presente que nunca, han cambiado las tornas y las recomendaciones que nos llegan de todos los lugares son apretarse el cinturón y reducir el gasto público pase lo que pase, con la promesa de que esto generará crecimiento económico.

Pues sepan que no estoy de acuerdo y que estoy convencido de que las políticas restrictivas, ahora que todavía no se ha empezado a generar empleo, deprimirán aún más la economía y tumbarán nuestra tímida recuperación. Al menos en España, el panorama que tenemos, si a las penurias por las que pasa el sector privado, añadimos las del sector público, puede ser desolador. Los recortes en la inversión pública, la bajada del salario de los funcionarios y los pensionistas, etc. van a suponer de manera inmediata y automática menos crecimiento y menos empleo. Si no, que se lo pregunten a las empresas que están construyendo el AVE que ya estarán articulando sus planes de reestructuración para hacer frente la más que probable caída de la demanda.

Tengo la sensación de que en Europa nos hemos puesto nerviosos enseguida y que nuestra propia inercia política, acostumbrados a políticas de saneamiento fiscal, nos conduce a un loco y creciente dramatismo que podríamos relajar simplemente replanteando algunas normas que nosotros mismos nos hemos autoimpuesto. Me refiero al tótem del 3% de déficit sobre PIB del que me cuestiono si realmente tiene algún fundamento de base o si se eligió, como referencia de las cuentas públicas de manera casual, pudiendo haberse seleccionado un 6, un 8 o un 10%. Lo mismo podría decir sobre el porcentaje de deuda en circulación al que hemos puesto el límite del 60% y nadie tiene muy claro el porqué.
Europa, además, está mostrando sin reparo todas sus vergüenzas que ya eran bastante claras antes, pero que con la crisis han resultado evidentes. El escándalo de la actuación Europea respecto a Grecia que ha estado mareando la perdiz y alimentando la especulación de los mercados es un ejemplo que nos debería hacer pensar. ¿Ustedes se imaginan que los americanos harían lo mismo con Texas? A mi ni se me pasa por la imaginación.

Cada vez es más patente que no sirve para mucho la política monetaria común si no nos ponemos de acuerdo en una política fiscal mucho más armonizada que la que tenemos y que, en mi opinión, debería ser claramente expansiva para activar con decisión la salida de la crisis y poner rápidamente en marcha las importantes reformas que Europa precisa: impulso decidido de la I+D+i, lucha contra el cambio climático, mayor flexibilidad de los mercados laborales, reformar los mercados financieros y reinventar nuestro sistema de bienestar al completo. Todos ello precisa no menos inversión pública, si no mucha más y dirigida con grandes dosis de audacia e imaginación.

No quiero ser agorero, pero me temo que sí los europeos no somos capaces de crear instituciones comunes que garanticen una co-responsabilidad fiscal y se dan los pasos para poner en marcha un marco de Unión Fiscal mucho más avanzado, la Unión Monetaria de la que tan orgullosos estábamos en los tiempos de crecimiento, tiene los días contados.

En mi opinión el puente hacia este escenario debería consolidarse mediante la creación de una institución que con acceso a los recursos del Banco Central Europeo se encargue de refinanciar la deuda de los países mediante políticas monetarias no convencionales (poner en circulación más cantidad de dinero) como se ha hecho para salvar del desastre a los bancos privados. No creo que en estos momentos tengamos que preocuparnos por la inflación que en, cualquier caso y dadas las circunstancias, sería un mal menor para Europa.

¿Quiere esto decir que España no tiene que afrontar con urgencia cambios estructurales importantes? Claro que sí, pero esto lo dejaré para otro momento.

Fotografía tomada de fPat en Flicker con licencia Creative Commons