Tema de candente actualidad, el emprendizaje se presenta como uno de los motores claves de la sociedad actual y del futuro.
Según datos de 2005 la CAPV se encuentra dentro de la media española en cuanto al índice del TEA (Total entrepreneurial activity) con un 5,4%. Este indicador mide el porcentaje de la población que contribuye a la puesta en marcha de nuevas empresas de hasta 42 meses de vida. Debemos saber interpretar este parámetro con mesura dado que el país con un índice más elevado corresponde a Venezuela con un 25% mientras Estados Unidos presenta una tasa cercana al 12,44%. De este modo queda claro que el mayor porcentaje de personas emprendedoras en un país no implica su grado de desarrollo económico y social, sino probablemente algo que responde a valores socio-culturales o a situaciones coyunturales.
JÓVENES Y EMPRENDIZAJE
Varios estudios sociológicos aprecian un cambio cualitativo en cuanto a la actitud de los jóvenes hacia el mundo laboral, que responde en gran medida a las falsas expectativas creadas durante su periodo de formación. Las generaciones anteriores valoraron el trabajo por cuenta ajena como un medio de obtener seguridad, protección, continuidad y estabilidad. Este paradigma se rompe al nacer valores contrapuestos como son la precariedad, competencia o frustración. Los tiempos en los que un trabajo podía llegar a durar 20 años quedaron atrás y así lo perciben los jóvenes. El discurso actual de muchos “mil-euristas” está fundamentado en una impotencia por cambiar su situación y por una desilusión más que comprensible provocada por un desajuste entre su formación y condiciones laborales.
Esta situación está muy lejos de ser la idónea tanto desde el punto de vista social como desde la eficiencia productiva. Personas descontentas aportan menos, y en una situación de fuerte cambio las empresas necesitan el 100% de sus mejores activos: las desaprovechadas mentes de sus trabajadores.
APRENDER A EMPRENDER
Existen muchas teorías acerca de lo que empuja a una persona a emprender. Algunas no son más que mitos acerca de la visión y capacidad innata de algunos pocos. Esta mitificación del emprendedor deja fuera del alcance de muchos la posibilidad de autoemplearse o incluso dar empleo a otras personas. Son muchos los casos de éxito de personas que han emprendido con grandes resultados y que realmente no tenían una vocación clara hacia ello. Los agentes de promoción de empleo y entidades públicas están haciendo una clara apuesta por bajar a la tierra los mitos del emprendizaje y plantear como una opción atractiva el buscar en el autoempleo no sólo una fuente de ingresos sino una forma de aportar valor a la sociedad. Esta labor debería complementarse con la reforma de los sistemas educativos que vieran el emprender como otra forma de desarrollo profesional y personal y no se limitaran a educar y formar únicamente buenos profesionales, sino también buenos creadores de ideas.