Que la economía actual tiene una gran dependencia de los combustibles fósiles no es ninguna novedad. La solución parece clara y es crear alternativas energéticas para el futuro. Pero ¿ podemos realmente permitirnos desde el punto de vista económico luchar contra el contra el cambio climático? Esa es la pregunta que lanza The Guardian en este video que compartimos.
En cuanto a datos se refiere, habría que mantener bajo tierra el 80% de combustibles fósiles existentes, lo que conllevaría un gran gasto en otro tipo de energías y los mercados financieros se verían alterados. Algunas opiniones al respecto se muestran a favor de la idea argumentando que una reestructuración de la economía para luchar contra el cambio climático, traería consigo un beneficio global. Otros en cambio, son proclives a pensar que ineludiblemente conllevaría a una recesión económica y, por tanto, el freno del crecimiento que disfrutamos actualmente.
En realidad, hay tres enfoques sobre el tema de mantener el combustible fósil bajo tierra e iniciar así una lucha más radical contra el cambio climático:
1.- Los escépticos que creen que es una lucha perdida y que no hay nada que hacer.
2.- Los subversivos, partidarios de un cambio en la economía y de detener el constante crecimiento al que estamos sometidos pues no hace más que aumentar las emisiones.
3.- Los evolucionistas, que aceptan el capitalismo y el crecimiento que este conlleva pero con regulaciones. Regulaciones radicales, por supuesto, que cambien la legislación medioambiental actual. Medidas que tengan fechas y plazos predeterminados para hacer presión sobre el sector privado y orientar así los recursos en investigación e innovación hacia ese objetivo.
La siguiente revolución tecnológica girará en torno a las energías renovables y es que hay muchas formas de conseguir energía sin dañar el medio ambiente. El video nos transmite esperanza y nos hace ver que es posible un crecimiento sostenible desde el punto de vista medioambiental. El reto (o la solución) pasa por seguir investigando en fuentes de energía más limpias y baratas, lo que requiere de un compromiso y una determinación política más firme que la actual.