La WWF nos invita hoy, como cada último sábado de marzo, a participar en la Hora del Planeta, apagando simbólicamente las luces para reflexionar sobre nuestra huella de carbono y lo que le supone a la salud de la Tierra y de quienes habitamos en ella. La cita llega este año, como resulta evidente, en medio de circunstancias excepcionales que han puesto en suspenso la normalidad a la que estábamos habituados. Las circunstancias actuales, sin embargo, no paran la cuenta atrás para lograr contener el incremento de temperaturas por debajo de 1,5ºC, y prevenir los efectos más devastadores del cambio climático. La crisis que vivimos ante la pandemia, en toda su terrible magnitud, nos abre importantes oportunidades de aprendizaje y reflexión para enfrentarnos a la amenaza latente del calentamiento global.

Tal como hemos podido ver estos días en las noticias, las medidas y el paro de muchas actividades se han reflejado, por de pronto, en una notable reducción de la contaminación del aire. Un estudio llevado a cabo por el Centro de Tecnologías Físicas de la Universitat Politècnica de València muestra que la concentración de dióxido de nitrógeno ha descendido en Bilbao un 66%, en los días posteriores a la declaración del estado de alarma. Este fenómeno derivado de las medidas de confinamiento ayudará a reducir patologías relacionadas con la contaminación del aire, y dará incluso un respiro al planeta. En caso de que simplemente volvamos a la normalidad anterior en cuanto se levanten las restricciones, no obstante, el fenómeno quedará como anécdota.

El aprendizaje empieza mas bien por el hecho de que estamos anteponiendo la salud colectiva a los indicadores macroeconómicos, y en poco tiempo, hemos puesto en suspenso, repensado o reconfigurado desde actividades económicas enteras hasta proyectos personales y familiares. Esto abre la esperanza de que seamos también capaces de anteponer la salud del planeta y el bienestar de sus habitantes, y llevar a cabo renuncias, ante otra crisis tan preocupante como es la climática. Máxime cuando el proceso de transición hacia la sostenibilidad y la descarbonización nos traería también beneficios como aire de calidad para respirar, viviendas e instalaciones energéticamente eficientes, o el desarrollo de nuevos sectores económicos.

Además, la presente crisis sanitaria está reordenado nuestras prioridades y dejando al descubierto varios conceptos muy útiles para el camino de la descarbonización y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Entre otros:

  • La imprescindibilidad de la economía del cuidado y del trabajo emocional.
  • La necesidad de la disposición de herramientas de colchón financiero para que nadie se quede atrás en momentos de crisis y transformación.
  • La reorganización de las horas de trabajo y la necesidad de encontrar un mejor equilibrio para conciliación.
  • La popularización de usos de herramientas de teletrabajo que evita trayectos y viajes innecesarios.
  • Ante las roturas de stock, la conveniencia de la producción local y de la reutilización de recursos en una economía circular.
  • La revalorización de los datos con sólida base científica y contrastados para la toma de decisiones.