52175Se acaba de publicar en castellano el nuevo libro de Zygmunt Bauman, un autor de referencia en el desarrollo de la teoría de la posmodernidad, Mundo consumo. Ética del individuo en la aldea global. Paidós continua así con la serieque ha editado sobre los pensadores más influyentes de este año, serie de la que ha tratamos aquí al referirnos hace unos días.

Un libro denso por su contenido -principalmente, un repaso al papel de la ética individual en el mundo de consumo globalizado- e intenso en referencias a conceptos y teorías éticas. El autor profundiza en sus conceptos básicos (la modernidad líquida), de los que ya se ocupó en libros como Vida líquidaMiedo líquido o Vidas desperdiciadas.

Para el autor, ya es sabido, la posmodernidad es una especie de fastidio, de losa que la realidad nos obliga a soportar; nada es firme ni tiene forma estable y las cosas siempre son un “depende” en el que es muy difícil tocar pie. Específicamente sobre los temas urbanos también dedica unos párrafos de interés en esta perspectiva. Las ciudades son para Bauman un terreno fértil para el resentimiento, sentimiento propio de la vida líquida. Si aquellas nacieron para dar seguridad, como espacios de libertad frente a los poderes históricamente tradicionales, hoy se ha invertido su papel histórico y se han llenado de trincheras que dificultan el acceso y de edificios e infraestructuras bunkers, algo que describía ya muy bien Mike Davis en La ecología del miedo desde una perspectiva bastante más crítica incluso. Hoy la guerra estaría dentro de la ciudad, terreno también de sueños-pesadillas urbanas (ficciociudadesedge citiesciudades tematizadas y, en general, espacios prohibidos, síntoma de la extensión de la ética de la negación de la alteridad en los espacios públicos de la modernidad líquida.

En la dictadura del presente (concepto sobre lo que ha tratado con mucha profundidad Daniel Innerarity) descansa una cultura sincrónica en la que se produce una dificultad para tejer discursos coherentes tal como se entendía la narrativa tradicional, y la desconexión entre las informaciones que alimentan los discursos actuales dificultan construir relatos sólidos. En especial, se centra en el concepto de arte, donde la fluidez también es un síntoma. Describe el conflicto en la época actual entre la gestión cultural y el consumo cultural (la conformación de eso que se llama las “industrias culturales”) que configuran un mercado de productos culturales efímeros, donde la belleza el arte y la estética están caracterizados por la fugacidad frente a la tradicional búsqueda de permanencia del arte, de trascendencia, perfección y eternidad.

El mensaje es claramente pesimista, entiendo yo. Una forma de ver el mundo que sufre la nostalgia de haber perdido las referencias fijas y que exige vivir en un mundo donde la identidad es voluble y cambiante. ¿Una gran pérdida o, simplemente, el signo de los tiempos? No lo sé, pero la experiencia de leer el libro en la frontera entre dos mundos resulta muy chocante y hace dudar de hasta dónde ha llegado realmente la posmodernidad de la que “disfrutamos” en puntos concretos del mundo, sólo una parte del mundo que se debate entre la sociedad de la decepción(Lipovetsky) y la cultura de la satisfacción (Galbraith).

ÍNDICE

Introducción: ¿Amenazas u oportunidades?

1.       ¿Qué posibilidades tiene la ética en este mundo globalizado de consumidores?

2.       El asesinato categorial, o el legado del siglo XX y cómo recordarlo

3.       La libertad en la era de la modernidad líquida

4.       La vida acelerada, o los desafíos de la educación ante la modernidad líquida

5.       Salir del fuego para caer en las brasas, o el arte entre la administración y los mercados

6.       Hacer del planeta un lugar receptivo a Europa

Notas

Índice analítico y de nombres