Hace poco más de un año analicé en el blog los movimientos del entonces reciente nuevo gobierno británico en cuanto a su apuesta por desarrollar en Londres un hub de base tecnológica (Silicon Roundabout solía llamarse entonces; hoy, con el proyecto más avanzado, suele denominarse East London Tech City). Puedes ver el avance de la apuesta londinense por su cluster tecnológico a través de un impresionante mapa,Tech City Map, sobre el que podemos acceder a la distribución espacial de las empresas de bases tecnológica situadas en Londres y, en particular, en esta zona de la ciudad (más de 600 empresas situadas, así como las relaciones entre ellas). Estos días ha estado David Cameron por allí. Entonces sirvió de excusa para hablar sobre el cambio de modelo productivo (¿se acuerdan?) y contar para ello con las capacidades que las ciudades pueden movilizar. También sirvió para apuntar algunas cosas sobre la dificultad de aspirar a ser el nuevo Silicon Valley (Don´t try this at home, afortunada expresión de Margaret O´Mara) Pasado el tiempo, las cosas están como están y hemos seguido perdiendo el tiempo y el tren del desarrollo de un nuevo modelo competitivo. Hoy encuentro algo de tiempo para compartir unas notas sobre otra realidad tan sugerente pero, posiblemente, más alejada de nuestra realidad de lo que nos gustaría.
Porque el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, también hace un tiempo decidiócompetir con el Oeste americano y construir una alternativa a la pujanza californiana para situar a su ciudad en el centro de la nueva ola tecnológica. El proyecto, como no podía ser menos, responde a una lógica que incluye la planificación de un nuevo espacio en la ciudad como campus científico (posiblemente en Roosevelt Island) para acoger a las universidades y centros de investigación que han respondido a sullamamiento para centros interesados en situar su actividad en la ciudad. No se trata, en cualquier caso, de una iniciativa aislada ni tampoco, por lo que parece, la más relevante de todas. Ya sabemos hace tiempo que poner contenedores, ya sea dentro o fuera del centro urbano, no es suficiente ni tan siquiera lo más relevante. No basta con disponer de infraestructuras que acojan potenciales proyectos empresariales para crear actividad industrial. Hacen falta elementos mucho menos tangibles para darcontenido real a esos contenedores. La iniciativa está yendo más allá al apoyar diferentes incubadoras tecnológicas de apoyo a emprendedores en diferentes barrios de la ciudad, formando una red o ecosistema de espacios de encuentro y dinamización del potencial emprendedor sin grandes inversiones en edificios. Pero, sobre todo, Nueva York está viviendo un florecimiento de su industria tecnológica de forma menos planificada y porque la creación de startups tiene mucho más que ver con otra serie de factores que la ciudad cubre (concentración, especialización, dinamismo, etc., elementos bien estudiados por Ed Glaeser en el libro “The triumph of the city“) y por el papel de la inversión privada en el apoyo al emprendimiento.
Por eso es posible volver a ver otro mapa de alta densidad de empresas que están hoy funcionando en la ciudad de la costa Este. Es un mapa (Technology Footprint: Starting Up in Nueva York) que muestra tan sólo la actividad emprendedora en Manhattan, pero es suficiente para darnos cuenta de que Nueva York es hoy otro punto caliente en la economía de internet. Son sólo las más de 400 empresas que en los últimos dos años han levantado financiación de inversores privados para desarrollar sus negocios. Gran parte de ellas se han localizado en zonas de Manhattan donde aún hay espacio de oficinas a un alquiler asequible y que disponen además de un animado ambiente social. Twitter, Facebook, Tumblr, Google, Foursquare, Kickstarter son las empresas más emblemáticas. De las desconocidas, algunas de ellas posiblemente nos lleguen a sonar dentro de poco. Se trata de un movimiento más significativo de lo que parece también en materia de urbanismo y de cómo se entiende el papel de los centros de las ciudades. En una tendencia por la que apuesta Richard Florida en su último libro, El gran reset, pero que algunos autores más propensos a seguir defendiendo el modelo de urban sprawl discuten, el centro de las ciudades vuelve a recuperar atractivo y grandes empresas están empezando a recuperar su localización en los centros urbanos.
“Es fácil que pase algo así en Nueva York“, podríamos pensar. Sí, claro que sí, Nueva York, como otras grandes ciudades situadas en la parte más alta de la jerarquía de la economía urbana global, tiene muchas capacidades. Esta ciudad tiene masa crítica, dispone de una alta concentración de personas y actividades (y, por tanto, un fuerte potencial de mezcla de inquietudes que sean germen de nuevos proyectos empresariales), disfruta de una gran densidad y diversidad de actividades, elementos críticos para el dinamismo de cualquier economía urbana. Pero las ciudades, como los países, entran cíclicamente en fases de crisis y necesitan permanentemente encontrarnuevas alternativas para ser pujantes. Que su alcalde se proponga impulsar una nueva economía más allá del turismo, del sector financiero, de los servicios avanzados a las empresas globales, del ocio, etc., cuando con todo eso Nueva York tiene suficiente para sobrevivir hoy, es un signo de que está buscando la economía para sobrevivir mañana.
Son sólo unas notas para documentar dos procesos de renovación de la estructura económica de dos grandes capitales del mundo. Por tanto, alejadas en buena medida de la realidad más cercana. Pero ambos casos tienen valor porque nos dan pistas sobre una nueva forma de entender el papel de la base tecnológica del tejido empresarial en una ciudad para seguir generando actividad económica. La cuestión en saber, una vez más, qué estamos buscando nosotros. Si a Nueva York ya no le vale con todos esos sectores en los que ha sido líder las últimas décadas, más vale que nos pongamos pronto a buscar alternativas. Y ya llevamos varios años de crisis perdidos.