El mundo precisa rediseñar la actual relación entre naturaleza y energía y corregir el balance actual entre los efectos deseados y los no deseados de la actividad humana. La humanidad se enfrenta en un breve plazo de tiempo al reto de la transformación del actual sistema productivo para abandonar la dependencia del petróleo y no dar por hecho la contaminación y la generación de residuos como un efecto colateral inevitable.
Esta nueva revolución industrial, como la han denominado ya numerosos economistas, es una magnífica oportunidad para el País Vasco que necesita diversificar su tejido productivo con productos y servicios que aportan más valor añadido y aprovechen las nuevas ventajas competitivas que están en las personas, su talento y su capacidad de innovación.
Seleccionar los nichos con clara visión estratégica de mercado global, complementar las capacidades científico, tecnológicas y empresariales existentes, apostar con decisión y recursos tanto públicos, como privados y gestionar eficazmente los resultados son los elementos clave para aprovechar con éxito las oportunidades que se abren para un país pequeño como Euskadi.
Entre los nichos de negocio, la energía marina es una clara oportunidad para que Euskadi pueda contar en los próximos 15 años con un grupo empresarial con tecnología propia líder en el mercado y capacidad para impulsar la puesta en marcha de numerosos parques de explotación energética del mar en distintas partes del mundo. Para ello, habrá que explotar adecuadamente las capacidades de Tecnalia que ha dado grandes pasos tecnológicos y empresariales en su proyecto OCEANTEC, la experiencia y conocimiento empresarial tanto en energía, como en materiales y maquinaria que están presenten en el tejido productivo vasco y, finalmente, la decisiva contribución del CIC Energygune, recientemente creado por el Gobierno Vasco y el Ente Vasco de la Energía.
La energía marina es un ejemplo, pero existen otras muchas alternativas. El almacenamiento de energía y las pilas de combustible que serán la base de un nuevo sistema distribuido de energía, los biocombustibles de segunda generación que pueden complementar la apuesta vasca por la biotecnología y, por supuesto, otras relacionadas con las tecnologías de la construcción sostenible para preparar la vivienda del futuro, los nuevos esquemas de movilidad inteligente y la adaptación de los sistemas sociales e infraestructurales al cambio climático que estamos generando son algunas de ellas.
Las oportunidades como vemos son numerosas y están por descubrir. Pero no perdamos de vista que si nosotros no las aprovechamos, otros lo harán y se beneficiarán de los retornos económicos y sociales, así como del prestigio y liderago internacional que conllevan.