Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, el coste económico de la contaminación atmosféricaprovocada por las principales instalaciones industriales de Europa en 2009 oscila entre los 102.000 y 169.000 millones de euros (10.000 instalaciones contabilizadas). El informeRevealing the costs of air pollution from industrial facilities in Europe expone que, asumiendo los beneficios que aporta el sector industrial, existen unos costes ocultos de la contaminación que deben ser analizados.
En la web de la AEMA se puede acceder además a una tabla con las 622 instalaciones más contaminantes de Europa, responsables de más de las tres cuartas partes del coste total resultante del estudio (entre 76.653 y 125.898 millones de euros). De entre ellas se pueden extraer los datos para España y, de hecho, se puede observar el coste estimado para cada instalación concreta. Por ejemplo, la central térmica de Carboneras (Almería) es responsable de un coste por contaminación atmosférica de entre 270 y 439 millones de euros al año, mientras que la refinería de Petronor de Muskiz (Bizkaia) genera un coste de entre de entre 152 y 281 millones de euros al año.
Datos de las instalaciones industriales españolas extraídos de la tabla alojada en la web de la AEMA
En España, la contaminación de estas 44 instalaciones genera un coste asociado de entre 3.694 y 5.816 millones de euros. El estudio diferencia entre el coste asociado al CO2, el coste asociado a los contaminantes regionales (NH3, NOx, PM10, SO2) y el coste asociado a metales pesados y compuestos orgánicos volátiles, pues la metodología para el cálculo de su impacto sobre el medio ambiente y la salud humana es diferente para cada caso.
A nivel mundial, y ampliando los sectores analizados, en el informe Expected the Unexpected: Building business value in a changing world (KPMG) se estima que en 2008 las 3.000 empresas más importantes por valor de mercado generaron un coste económico-ambiental de 2,15 billones de dólares, equivalente al 50 por ciento de sus ganancias (EBITDA). Hay sectores en los que dicho coste supera ampliamente a los beneficios generados, y en otros muchos el coste ambiental supone más del 50% de los ingresos.
El informe de la AEMA es un ejemplo de cómo atribuir el coste ambiental directamente al agente que genera el impacto, salvando la difusa responsabilidad de la contaminación. El informe de KPMG pone cifras concretas a las externalidades negativas que generan ciertos sectores económicos. Las diferentes metodologías que soportan estos estudios necesitan todavía afinarse, pero queda claro que el crecimiento económico, las cuentas de beneficios o el incremento del PIB, tal y cómo se miden en la actualidad, no son más que un mero espejismo.
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