No soy un gran cinéfilo. Me aburren la mayoría de las películas de ficción; me suele pasar que al de cinco minutos ya he encontrado unas cuantas razones para no creérmela, para no evadirme de la realidad y meterme un poco en la ficción que propone la película. Así que tampoco presto mucha atención a los estrenos ni a los premios. Pero esta vez me ha sorprendido que le den tantos premios a Slumdog Millionaire. Sabiendo que es injusto el pre-juicio (o el prejuicio directamente, porque es my probable que ni siquiera vaya a ver la película) lo que he leido sobre ella y las escenas de trailer que he visto me hacen pensar que tampoco me la creeré. Enseguida pensaré que es la banalización de la pobreza, la magnificación peliculera del poder del individuo frente a las causas estructurales de dominación, la estetización de lo feo y la visión trivial de la vida en las chabolas. En fin, repito, posiblemente son más mis prejuicios sobre el cine que la película en sí, coincidentes además con las críticas que han llegado desde la India acusando a la película de voyeurismo de la pobreza. Definitivamente, la pobreza vende. Sólo esa puede ser la explicación para que el propio Príncipe Carlos de Inglaterra, del que ya hemos mencionado en otras ocasiones sus visiones urbanísticas, proponga al mundo una de los slums de Mumbai –Dharavi– como ejemplo urbano para el mundo.
En cualquier caso, estos días he ido recopilando algunos enlaces que giran en torno a este tipo de asentamientos humanos. Vale la pena empezar por revisar un artículo de llamativo título –Architects aren’t ready for an urbanized planet– en el que se planteaba la necesidad de revisar la forma en que atender el imparable proceso de urbanización mundial desde el punto de vista de la práctica de la profesión arquitectónica. En Open Source City precisamente tratan de encontrar fórmulas para entender y dar respuesta al urbanismo informal, como en el reciente post Reverse-engineering the city. Y en Sao Paulo entran en la práctica al abrir un proceso de urbanización de las favelas de Paraisopoliscon criterios de transformación sin destrucción. Pero, como siempre, donde mejor se ha tratado este tema es en Urblog, contextualizando la dimensión del drama y el reto que supone el chabolismo, trayendo a colación al crítico Mike Davis y su famoso Planeta de ciudades miseria. Puestos a ver cine, prefiero documentales como Flores de luna , que narra la historia del Pozo del Tío Raimundo. Y me resisto firmemente a cantar las excelencias del urbanismo informal, sonrojante palabro bienpensante y políticamente correcto para llamar a la miseria y a la lucha por la supervivencia en condiciones de injusticia social y de exclusión. Y me resisto a enmarcar esa supervivencia en un discurso sobre la creatividad y la innovación como prueba de la fuerza creativa de las chabolas, tal como escuché recientemente. En eso, coincido con este post de Javierest.
Ciudades a escala humana