Bruit du frigo (en francés, el ruido del frigo) es un colectivo de Burdeos que trata de poner en la calle nuevas prácticas de urbanismo creativo. Con lo poco que me permite mi rudimentario francés, descubro en su propuesta ideas a las que voy acercándome estos días, principalmente a través del seguimiento de gente como Santiago Cirugeda o Juan Freire. Creo que, en los tres casos, bien desde las intervenciones urbanísticas que buscan la utilidad social, desde la autoconstrucción o desde la emergencia de espacios públicos, se trata de propuestas que ahondan en la apropiación ciudadana de la ciudad. La intervención en el espacio público tiene, al menos, tres orígenes:
- La iniciativa de los agentes privados, que en un sistema de libre mercado imperfecto como el nuestro genera disfunciones y privatizaciones excesivas del espacio ciudadano.
- La intervención pública, con su afán intrusista y rígido en la ordenación de usos urbanos en mucho casos.
- La intervención colectiva, completamente arrinconada actualmente (¿siempre?), y sobre la cual existen actualmente propuestas realmente interesantes que aunan lo plástico, lo participativo, lo educativo y lo urbanístico.
Existen multitud de ejemplos, también en nuestro país, de la emergencia de este tipo de plantemaientos, surgidos siempre en los nodos de compromiso social (¿podría ser de otra forma?), así que, a riesgo de caer en el lcoalismo, sólo mencionaré el movimiento centrado en la activación social y cultural de la zona de Bilbao La Vieja, con el epicentro en la calle 2 de mayo. A lo largo de las dos últimas décadas, el proceso de deterioro de este barrio ha sido evidente y, a pesar de las promesas de que con diferentes intervenciones primordialmente de tipo urbanístico, el barrio se convertiría en la zona bohemia de Bilbao, aún estamos lejos. Sin embargo, en los últimos años, sí están naciendo iniciativas y colectivos que buscan ganar la calle y reclamarla como espacio de vida pública.