Planteamiento del servicio
Construcción colaborativa de estrategias circulares para territorios y ciudades e identificación y puesta en marcha de oportunidades.
Contexto
El Pacto Verde Europeo, que entró en vigor el 11 de diciembre de 2019, es la principal hoja de ruta de Europa para impulsar una economía más eficiente en el uso de recursos, restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación. El Pacto Verde Europeo se ha posicionado en primera plana de la agenda europea tras la pandemia, y lejos de quedar relegada, durante el 2020 se han ido publicando de forma sucesiva una serie de planes y acuerdos que dirigen y soportan la transición hacia una economía y sociedad más sostenibles, resilientes y eficientes en el uso de recursos (European Commission, 2019).
Uno de los principales instrumentos para cumplir con los objetivos del Pacto Verde Europeo es el Plan de Acción de Economía Circular, que vio la luz el 11 de marzo de 2020. El Plan de Acción de Economía Circular está centrado en reducir la huella de consumo de la Unión Europea (UE) y duplicar la tasa de utilización de material circular en el territorio en la próxima década. Sus ámbitos de actuación están más orientados a mantener el valor de los materiales y los productos y a mitigar problemáticas ambientales como la presión sobre los recursos naturales o la generación de residuos. Sin embargo, también se busca aumentar las sinergias con uno de los grandes objetivos del Pacto Verde Europeo, que es lograr la neutralidad climática de aquí a 2050 (European Commission, 2020a).
El Plan cuenta con un enfoque de ciclo de vida y se establecen tres principales líneas de actuación para actuar sobre el ciclo de vida completo de los productos y lograr así unos productos más sostenibles; el diseño de productos, el empoderamiento de los consumidores y los procesos de producción más sostenibles. En cuanto a las cadenas de valor calve que se identifican y sobre las que se priorizan las actuaciones encontramos; Electrónica y TIC; Baterías y vehículos; Envases y embalajes; Plásticos; Productos textiles; Construcción y edificios; Alimentos, agua y nutrientes. Estas cadenas de valor clave se priorizan por su uso intensivo de materias primas y por las grandes posibilidades existentes actualmente para su circularización.
La Economía Circular se nutre de diferentes ámbitos y escuelas de conocimiento como son la economía de servicios o la economía ecológica. No se trata de un concepto completamente nuevo y los fundamentos detrás del concepto existen desde hace tiempo. Si bien los matices difieren, parece existir cierto acuerdo en que se trata de comprender la economía como un sistema cíclico de circuito cerrado (Murray et al., 2017). La Economía Circular presenta un nuevo paradigma que busca desacoplar el crecimiento económico de la utilización de recursos materiales, manteniendo el valor de los productos, los materiales y los recursos en la economía durante el mayor tiempo posible.
En la práctica, se trata de buscar nuevos modelos de negocio que aspiren a reducir el consumo de los recursos, a no generar residuos y a utilizar de un modo más eficiente la energía, los materiales y los productos (Mestre and Cooper, 2017).
Como puede observarse en el gráfico, la Economía Circular contempla el ciclo de vida completo de un producto o servicio. Desde repensar los productos y sus procesos productivos para reducir la demanda de materias primas y recursos, pasando por aumentar su vida útil a través de la recuperación (reutilización, reacondicionamiento o remanufactura entre otros) y dejando como última opción las prácticas de reciclaje de los materiales o recuperación de valor residual. De este modo, se intenta posponer al máximo el fin de vida útil de un producto (Korhonen et al., 2018). En definitiva, se busca minimizar al máximo la generación de residuos tratando de alargar la vida útil de los productos o incluso repensándolos en origen.
Pasar de una economía lineal donde se produce, se utiliza y se desecha a una circular donde el valor de los materiales y los productos se mantienen durante el mayor tiempo posible en el ciclo de vida requiere un cambio estructural. Los problemas que derivan de contar con una economía lineal son de carácter sistémico puesto que las empresas individuales que conforman el tejido productivo son parte de otros sistemas más amplios donde se interactúa de forma constante con otros stakeholders y un amplio ecosistema de agentes. En una Economía Circular ese sistema se concibe como cíclico y regenerativo, guardando similitudes con el ciclo biológico de la Naturaleza (Murray et al., 2017).
Transitar hacia una Economía Circular requiere una visión a gran escala, donde todo el tejido productivo y de consumo adopta practicas circulares. Para llevarlo a cabo es necesario contar con un enfoque estratégico territorial o de ciudad acompañado por una robusta colaboración público-privada y mecanismos de gobernanza multinivel para acometer el cambio. Hace falta un enfoque sistémico que dé solución a la problemática que presenta la economía lineal actual.
Autor de la foto principal: Sergei Gussev, Flickr