Hace ya casi 10 años, en 2015, se realizó la primera convocatoria de Estrategias DUSI (Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado). Entre 2015 y 2018, tras dos convocatorias más, fueron presentadas 598 solicitudes, obteniendo financiación un total de 173 ciudades. De esta manera, prácticamente todas las ciudades de más de 50.000 habitantes y alrededor del 70% de los municipios de más de 20.000 habitantes cuentan ya con una Estrategia DUSI dotada con financiación a través de los fondos FEDER 2014-2020. Estrategias que, a día de hoy, siguen en muchos casos con presupuesto por ejecutar habiendo sobrepasado el límite del año 2023 establecido por Europa.

Desde entonces, COVID mediante y antes de que lleguen las Estrategias Territoriales Integradas (ETIs) que van a canalizar los fondos FEDER para el periodo 2021-2027, muchas ciudades adoptaron la Agenda Urbana Española (ya tuvieran Estrategia DUSI o no). Así, en 2021 se presentaron 233 solicitudes a la convocatoria de ciudades piloto de Agenda Urbana, siendo aceptados un total de 121 proyectos que recibieron financiación a través de, en este caso, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR, cuya financiación proviene también de la Unión Europea) desplegado para hacer frente a la crisis económica provocada por la pandemia. Aparte de que la cantidad de fondos recibida por cada proyecto es sustancialmente superior en el caso de las Estrategias DUSI frente a las ciudades piloto de Agenda Urbana (1.362M€ para 173 proyectos vs 20M€ para 121 proyectos), uno de los aspectos más destacables que se derivan de ambas tipologías de convocatorias es que, a día de hoy, los municipios españoles se han dotado de herramientas de planificación estratégica que están ayudando a definir proyectos transformadores que apuntan hacia la Transición Verde que, necesariamente, han de afrontar nuestras ciudades.

En el caso de las Estrategias DUSI, aunque el enfoque es más limitado al centrarse en cuatro objetivos temáticos (tecnología, cambio climático, medio ambiente, inclusión social), el presupuesto asignado a cada ciudad ha permitido ejecutar directamente proyectos con cargo a la propia subvención, procedimiento que previsiblemente se replicará en la convocatoria de las ETIs. Un caso distinto es el de las ciudades piloto de Agenda Urbana, cuya subvención recibida, más limitada y dirigida a financiar el propio proceso de elaboración del Plan de Acción de Agenda Urbana, no se ha destinado directamente a la ejecución de proyectos. Aún así, las ciudades que implementaron la Agenda Urbana se han visto favorecidas a la hora de acceder a otras subvenciones relacionadas con alguno de los diez objetivos estratégicos que debían contemplar en su Plan de Acción, pues les puntúa favorablemente este aspecto o, en ocasiones, representa  incluso un requisito obligatorio el hecho de contar con una herramienta de planificación de éstas características.

Aunque la vía de las Estrategias DUSI parece más directa a la hora de poner en marcha los proyectos urbanos, no parece que finalmente sea más ágil que el mecanismo de la Agenda Urbana, pues todavía hay ciudades que no han ejecutado completamente los fondos FEDER asignados. Es cierto que el PRTR ha articulado unos mecanismos más sencillos para asignar y ejecutar los fondos, que contrasta con la complejidad administrativa a la que se han tenido que enfrentar las ciudades con Estrategias DUSI. Veremos si la convocatoria de las ETIs mejora algo este aspecto.

Pero, más allá de los fondos europeos y de las características y complejidades de cada convocatoria, tanto las Estrategias DUSI como la Agenda Urbana están logrando fortalecer los procesos de planificación estratégica que se están llevando a cabo desde los Ayuntamientos. En esta línea se espera que las Estrategias Territoriales Integradas vengan a asentar esta relativamente nueva cultura de la planificación pues, recordemos, antes de las Estrategias DUSI, y aparte de los Planes Generales de Ordenación Urbana, en general las ciudades antes de 2015 carecían de herramientas de planificación estratégica integrales.

Las ciudades, y sus Ayuntamientos como entidades gestoras, deben seguir apostando por una visión a largo plazo que rebase los tiempos marcados por cada legislatura; tienen que actualizar y mantener activa una cartera de proyectos que se definan anticipadamente en alineación con los grandes objetivos de sostenibilidad establecidos por las políticas europeas; han de asentar en el seno de la organización municipal, tanto desde el punto de vista técnico como político, dinámicas de reflexión estratégica que además sean compartidas por la ciudadanía; la elaboración de las Estrategias DUSI y de los Planes de Acción Local de Agenda Urbana han forzado a las entidades municipales a configurar equipos de trabajo multidisciplinares y multidepartamentales que deberían consolidarse y normalizarse en la gestión operativa de los ayuntamientos. Todos estos aspectos deben seguir trabajándose en las corporaciones municipales para maximizar el aprovechamiento de las diferentes oportunidades de financiación europea, no sólo las que en breve vendrán por la vía de las Estrategias Territoriales Integradas, sino también las que se están articulando actualmente a través del PRTR. Varios ayuntamientos han creado ya oficinas de fondos europeos, una herramienta fundamental para captar financiación. Aunque sean todavía algo incipientes, se podría ir imaginando una evolución de éstas estructuras municipales hacia modelos como los representados por las oficinas de atracción de inversiones que ya tienen las grandes ciudades. Unas oficinas que, además de anticiparse a las diferentes convocatorias de financiación europea, se dirijan también hacia el sector privado, hacia empresas y actividades económicas que puedan ver en esas ciudades inmersas en la transición verde una oportunidad de inversión sostenible. Enlazando con las ETIs, unas oficinas con enfoque territorial y con el foco puesto en la colaboración público-privada.


Imagen principal: Héctor J. Rivas en Unsplash