Los parques científicos y tecnológicos (PCTs) han servido para crear entornos empresariales de muy alta calidad, sentar las bases y dar respuesta a las necesidades de localización de agentes (empresas, start-ups, centros tecnológicos y de investigación y otros agentes relacionados) que persiguen diferenciarse en el mercado en base a la innovación, el conocimiento, la ciencia y la tecnología. En el País Vasco, el pionero en Zamudio inaugurado en 1985 y todos los que han venido después, son un buen ejemplo de ello.

Sin duda, se trata de un gran instrumento que combina la calidad de la infraestructura física con el potencial para construir y generar vínculos operativos múltiples entre empresas y de éstas con los centros tecnológicos y de innovación, que son claves para construir ventajas competitivas basadas en la innovación. Además, los PCTs han servido como auténticos “living labs” de proyectos innovadores, dotando a sus empresas, además de con los lógicos servicios tangibles como salas y auditorios comunes, de un variado conjunto de servicios intangibles como el suministro de información, celebración de eventos, atracción y retención de talento, marketing, formación, prospectiva, benchmarking… ,que marcan una importante barrera diferencial con las zonas tradicionales de localización de empresas.

Sin duda, la propia gobernanza de los PCTs y su base física de calidad han funcionado como el motor principal para hacer crecer y alimentar la demanda de localización de empresas y generar recursos y beneficios. Estos a su vez, han permitido alimentar una oferta creciente y sofisticada de servicios y potencial de conexiones innovadoras que se ha sumado a la atractividad de la infraestructura en una espiral crecientemente positiva de localización, servicios, localización.

Los rápidos y radicales avances de la digitalización y la pandemia están abriendo, no obstante, un nuevo escenario de oportunidades, pero también de retos para iniciativas como los PCTs.

Por un lado, la digitalización favorece el potencial de vinculación entre empresas y agentes y facilita la prestación de servicios avanzados y de gran valor en los que la presencia física es cada vez menos relevante. Sin duda, la digitalización favorece y hace más factible la extensión de los servicios más allá de las fronteras físicas, permitiendo llegar a potenciales clientes que no tienen por qué tener, necesariamente, presencia física en las instalaciones.

Por otro lado, la pandemia sirvió de laboratorio de ensayo al teletrabajo. Ensayo que se superó con creces y que puso encima de la mesa la estandarización de los trabajos a distancia en muchas empresas y, en particular, en empresas tecnológicas y de servicios avanzados. En la práctica, esto implica (e implicará todavía más a medio, largo plazo) una demanda decreciente de espacio físico. De hecho, en grandes centros urbanos como Londres o París ya se están detectando preocupantes tasas ocupación del espacio destinado a actividades económicas (oficinas) que están generando graves problemas a sus propietarios.

Como es lógico, en este escenario el modelo de negocio de los parques tecnológicos y otros agentes similares tendrá necesariamente que reinventarse y adaptarse estratégicamente a estas tendencias, priorizando y prestando una atención creciente a la oferta de servicios avanzados: más y mejores servicios que aprovechan al máximo el potencial de las TICs y mejoran significativamente el grado de atractividad de su espacio físico, consiguiendo fidelizar/atraer clientes tanto físicos, como virtuales.

De facto, ya se empieza a hablar en la literatura especializada de parques científicos tecnológicos virtuales (PCTVs) en contraposición a los PCTs que conocemos.

En el mundo real, más que dos modelos alternativos, lo que se observa es un auténtico cambio de paradigma que obliga a transformar progresivamente el modelo de negocio y de gestión de los parques científicos y tecnológicos. Estos tendrán que pasar de uno en el que la infraestructura física tiraba y servía de motor de los servicios e intangibles, a otro en el que éstos últimos sean los que tengan un papel crecientemente más relevante y les den su sentido estratégico real. La parte virtual se convierte así, en el catalizador para incrementar el alcance y la cobertura de los PCTs. La oferta de servicios digitales les permite llegar a empresas, unidades de investigación y personas emprendedoras que por sus características y condiciones coyunturales están lejos de poder/querer instalarse físicamente en este tipo de infraestructuras, fortaleciendo su valor como instrumentos de desarrollo empresarial.

Ahora, la clave de esta transformación estará en que los PCTs sean capaces de elegir un “catálogo de servicios virtuales” que marque la diferencia y seleccionar los canales y un modelo de negocio viable para generar valor de mercado y ventaja comparativa al conjunto del ecosistema regional de innovación en el que se integran, dotándoles de mayor atractividad y diferenciación global.

A nuestro entender, la transversalidad de algunos PCTs, -en el caso vasco el conjunto de PCTs englobados en Parke– que engloban en sus recintos un muestra representativa del conjunto del ecosistema regional del que forman parte, les da una posición privilegiada para catalizar la colaboración y estrechar y fortalecer las relaciones entre los agentes que lo forman para llevar al mercado los productos y servicios de impulso de la ciencia, la tecnología y la innovación, que entre todos generan, creando a la vez ventajas competitivas a sus clientes físicos y, también virtuales.

Además, las posibilidades que ofrece la tecnología (blockchain y otras) para financiar de modo colaborativo proyectos innovadores, abre la puerta para que los PCTs puedan liderar y facilitar el acceso a medios financieros complementarios a la financiación tradicional, constituyéndose en plataformas exitosas de apoyo a las empresas y las personas emprendedoras en el gran desafío que supone convertir ideas en empresas innovadoras globales.


Ilustración: Google DeepMind