Las urbes deben hacer frente a un crecimiento que necesita ampliar su enfoque para ser capaces de absorber el ciclón poblacional que se avecina. Estamos ante una nueva era urbana: “El mundo globalizado se urbaniza, la ciudad se dispersa, la ciudadanía se atomiza. Los procesos sociales, económicos, tecnológicos y culturales son globales. Pero el urbanismo es local” (J. Borja, Ciudades Resilientes).
El correcto desarrollo de las ciudades que afronten estos retos pasa por tejer sistemas urbanos resilientes fundamentados en la complejidad-diversidad. Las ciudades son los lugares donde se sustentan alternativas progresistas y cosmopolitas. La resiliencia aboga por entrelazar los diferentes agentes públicos-privados-comunidades, de la relación de los agentes con el espacio, y de complejizar el sistema como vía para hacerlo madurar. Se deben comprender las ciudades como porosas (W. Benjamin), como espacios de intercambio de ideas, culturas, personas y objetos que se entremezclan hilando una red densa que interacciona y está interconectada horizontalmente entre ciudades, entre centros y periferias, entre lo urbano y no urbano.
Debemos encontrar la manera de capturar lo urbano más allá de cuánta gente vive en ciudades, más allá de las ciudades como unidad de urbanidad. “Lo urbano no es estático, todo lo contrario. Es un proceso dinámico, multiescalar y con distintas luchas y espacios disputados” (Brenner y Schmid, 2014). La teoría de las ciudades resilientes es aplicable a las distintas magnitudes de los sistemas que componen el urbanismo, pasando de ámbitos como la comunidad, al barrio, distrito, ciudad o región en lo que se denomina Panarquía. La panarquía es la estructura en la que los sistemas, incluidos los de la naturaleza y de los humanos , así como los sistemas humano-naturales combinados, están interrelacionados en ciclos de crecimiento, acumulación, reestructuración y renovación adaptativos continuos (Paul Émile de Puydt).
Sistema de panarquía a diferentes escalas (fuente Extremadura 2030)
Conformando las ciudades bajo las teorías de la resiliencia, la panarquía, y el derecho a la ciudad se comprende el urbanismo desde una aproximación de sistema complejo, y que debe complejizarse como vía para madurar. La resiliencia urbana debe ser una aproximación como vía para “rescatar al ciudadano como elemento principal, protagonista de la ciudad que él mismo ha construido” (H. Lefebvre).