Un fallido proyecto hidrológico de 1989 se ha convertido en un símbolo de la resiliencia de la naturaleza en Bucarest, Rumanía. Entre bloques de apartamentos, el abandonado embalse de Văcărești se ha convertido, sin ningún tipo de intervención humana de por medio, en un salvaje humedal con un rico ecosistema, en una historia que recoge The Guardian. El pasado mes de mayo, tras cuatro años de campaña por parte de ambientalistas, las 183 hectareas de Văcărești fueron declaradas Parque Natural por el gobierno, pasando a ser uno de los mayores parques naturales urbanos de Europa.
Văcărești estaba destinado a ser un embalse artificial, parte de un ambicioso proyecto hidrológico del régimen de Ceaucescu para conectar la capital rumana con el Río Danubio. En 1989 el régimen comunista fue depuesto y los planes quedaron en el olvido. Las obras del embalse estaban prácticamente terminadas, pero un importante fallo de ingeniería lo dejo inservible. Por tanto, Văcărești quedó como un embalse vacío protegido por un perímetro de muros de hormigón de cinco metros de alto.