El tándem Cuerpo-Territorio es un concepto que nace dentro de las corrientes decoloniales latinoamericanas. Este concepto se sostiene en las conceptualizaciones de los pueblos originarios, donde la percepción de la corporalidad difiere de la occidental. El cuerpo se entiende como una extensión del territorio y no como un elemento que limita lo propio de lo ajeno.
Los pueblos originarios comparten la cosmovisión de que sus cuerpos no habitan un territorio si no que son parte de ese Cuerpo-Territorio. Es por ello que la contaminación de un rio tiene una afección directa en sus cuerpos, puesto que su manera de ocupar el territorio desde la proximidad les obliga directamente a beber esa agua. Se trata de realidades que se han perdido en las sociedades urbanas globalizadas, donde cuerpo y territorio son elementos disociados.
Desde el instituto de Salud Socioambiental (InSSA) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en Argentina con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo y otros agentes han tomado este marco conceptual para analizar los procesos de salud en las poblaciones con contextos de extractivismo en sus territorios a lo largo de Sudamérica (mapa). El mismo grupo de colaboradores creó una metodología pedagógica dirigida a la participación de la ciudadanía en la reflexión, el debate y la construcción colectiva del su propio mapa Cuerpo-Territorio
Estas dinámicas participativas permiten trabajar en cualquier territorio, ya sea este rural, natural, urbano o mixto. A su vez, facilitan incorporar a la reflexión la afección de los impactos en el total de la diversidad de cuerpos que habitan esos territorios. De estas dinámicas surgen reflexiones de como las ciudades y los territorios afectan a la salud física y mental de su población. Como el diseño urbano o la implantación de ciertas actividades en los territorios influyen directamente en la calidad de vida de la población a través de algo tan físico como sus propios cuerpos.
Este ejercicio se realizó en tres territorios diferenciados de la zona metropolitana de Buenos Aires. El primer territorio delimitado fue el municipio de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) que es completamente urbano. El segundo se comprendía el municipio periférico de Tigre, perteneciente al conurbano de la capital argentina, pero con la peculiaridad de que éste se sitúa limítrofe con el delta de los ríos Paraná y Uruguay en su desembocadura en el Rio de la Plata. El tercer territorio rural semiacuático es el propio delta, cuyas islas están habitadas por comunidades históricas y por nuevos isleños.
Como era de esperar, las gentes que habitaban cada territorio hicieron una recopilación divergente de los eventos históricos positivos y negativos en la transformación de sus territorios. Esas afecciones fueron plasmadas en un mapa físico de cada zona seleccionada y desde ese mapa se traspasaron las afecciones consecuencia de esas realidades territoriales a los diversos cuerpos seleccionados.
Se concluyen interesantes reflexiones sobre los dolores de cabeza en zonas de tráfico, en como los huertos urbanos mejoran la digestión de la población a través de la mejora en las dietas, o como vivir en una isla cambia los ritmos de estrés en su población. También se dan afecciones cruzadas entre territorios, los incendios generados en las islas contaminan la calidad del aire de la ciudad. Y la calidad del agua de las islas empeora debido a la actividad humana de la ciudad. Los residuos generados en la CABA se depositan en los municipios periféricos afectando el olor a aquellos que no han generado los desechos.
Artículo disponible en la publicación de otoño de Naider